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72 LUIS RODRIGUEZ CHILAN el entendimiento sino que sólo partiendo de la experiencia y la vivencia del misterio de la pasión y resurrección nuestro entendimiento puede estar capacitado para llegar a la hondura de estas realidades271. Buenaventura ve la cruz como san Francisco: como la síntesis de todo el misterio pascual, en el que no puede faltar el aspecto glorioso de la resurrección. El icono bizantino del crucifijo de san Damián, que marcó la conversión y la espiritualidad cristocéntrica de san Francisco es el mismo que Buenaventura traduce teológicamente. Es el crucifijo joaneo, que apa rece rey victorioso en el mismo momento de la pasión. El Cristo resucitado y resplandeciente en la cruz, de cuyo costado mana la sangre que da vida a la iglesia y a los sacramentos. El Cristo que ya desde la cruz vive su estado glorioso. Se trata de una cruz iluminada por la claridad de la resu rrección272. Buenaventura entiende la centralidad de la cruz centrando la existencia cristiana en el seguimiento del Crucificado, desde la fe en el Resucitado. • Eucaristía: «Van triturado en la pasión y cocido con el fuego del amor divino en el horno de la cruz» «Todos los misterios de la vida de Cristo son dignos de memoria; pero lo es señaladamente el convite final de la última Cena , donde no sólo se comió el cordero pascual, sino también se ofreció en alimento el Cordero sin mancha, que quita los pecados del mundo» (16). Con esta afirmación Buenaventura se nos muestra una vez más como la voz teológica de san Francisco. La devoción y la profunda veneración de la eucaristía es uno de los temas más frecuentes en los escritos de san Fran- 271. Cfr. S. CASTRO S ánchez , El sentido de la Cruz en la teología y en la espiritualidad , en Revista de Espiritualidad , 139 (1976) 185-219; B. F orte , Trinidad como historia, ensayo sobre el Dios cristiano , Salamanca 1988, 37: «Sin la cruz la resurrección se queda vacía, y la cruz sin la resurrección es ciega, privada de futuro y esperanza». 272. BERTULF VAN L eeuwen , Twee gebeden van Franciskus voor het beilig Kruis, en Franciscaans Leven, 64 (1981) 50: «El crucifijo de san Damián no es de estilo propiamente bizantino. Cristo no es presentado en él como dominador. Humanidad, piedad (afecto) y proximidad caracterizan a este crucifijo. La comunión del Señor muerto y resucitado con toda su Iglesia, con los ángeles y santos es presentada de manera que todo el que ore ante este crucifijo se sienta partícipe de esta comunión. En él está representado el misterio total de la muerte, resurrección y glorificación de Cristo. Este está unido a los suyos, en la tierra y en el cielo»; Cfr. también O ptato VAN ASSELDONK, II Crocefisso di S. Daminano visto e vissuto da S. Francesco , en Laurentianum , 22 (1981) 453-476; R. MORICEAU, Le Christ de Saint-Damien. Commentaire de L ’icone , en Évangile Aujourd’hui, 131 (1986) 29-40: «En el Cristo de san Damián encontramos la evocación del misterio trinitario y la plenitud de Cristo, encarnado, muerto y resucitado. Unido a los suyos en el cielo por la Ascensión, sigue perma nentemente vuelto hacia nosotros. Estamos ante el misterio pascual total».
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