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CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 71 La imagen del Crucificado resplandece en la luz del Resucitado y se convierte para los creyentes en el símbolo de la victoria y del triunfo de la vida. Buenaventura subraya este carácter luminoso de la cruz, introducién­ dola en el cielo de la resurrección266. Cristo ha nacido humilde, ha vivido como un pobre, anunciando la Buena Noticia a los pobres y sufriendo y muriendo sobre la cruz para ser glorificado en la resurrección. Buenaventu­ ra asume la visión teológica de la Transfiguración, que ya los evangelios nos presentan uniendo estrechamente pasión y resurrección: «Predijo los abatimientos de la pasión y mostró en la transfiguración la gloria de la resurrección futura» (12). Los frutos de la pasión se manifiestan en la resurrección. En este senti­ do dice Buenaventura que Cristo es médium en la crucifixión y en la resu­ rrección267. Llama a la resurrección: «victoria obtenida en la agonía y trán­ sito de la muerte» (Prol. 4). Buenaventura afirma que sólo en la resurrección la creatura será plena­ mente perfecta, plasmada según la sabiduría de la vida, pero llama a esta vida por su nombre, le da un rostro y una preferencia: Cristo Crucifica­ do268: «Nosotros creemos en Cristo, verdadero hombre y verdadero Dios, y creemos que nos ha querido redimir con su muerte y puede reconducir- nos a la vida con su resurrección»269. El Resucitado es la medida perfecta y ejemplar del hombre escatológico y definitivo, la meta del devenir huma­ no que marca la madurez de Cristo, modelo de la resurrección universal. Por eso, Buenaventura, que a menudo presenta a san Francisco como iden­ tificado al Crucificado, lo presenta también a imagen del Resucitado: «El beato Francisco fue creado a semejanza de la humanidad de Cristo en cuanto a la vida, a la pasión y a la resurrección»270. Pero la pascua no convierte la cruz en un paso ya superado, sino que la cualifica como acontecimiento salvífico. Sólo a la luz escatológica de la fe en la resurrección se convierte la cruz en un misterio teológico. No sólo hay que buscar el equilibrio entre cruz y resurrección sino que hay que buscar la mutua integración de ambos elementos. La cruz no puede ser comprendida ni valorada si no es desde la resurrección, y la resurrección no dejará de ser un enigma y una simple idea si no se la interpreta desde la cruz. Ambas forman parte de un misterio único y se engranan en el conjunto de la Historia de la Salvación. Para su comprensión no basta 266. Cfr. C. DEL ZOTTO, La teología dell’imagine in San Bonaventura, Vicenza 1977, 258. 267. Cfr. Hex. 1, 26. 268. Cfr. Itin. prol. 3. 269. Brev. 4, 10, 5. 270. Sermo III S.P.N. Francisco, IX, 584.

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