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CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 63 En el Lignum vitae Buenaventura está presuponiendo algo que ya desarro­ lló temáticamente en el prólogo al Comentario de las Sentencias232. La realidad de la encarnación y del Crucificado nos revelan la divini­ dad. No hay otro camino que aquel en el que coinciden los opuestos: la misericordia, que es Cristo Crucificado, alfa y omega, síntesis de humani­ dad y divinidad, eternidad y contingencia, creación y redención233. La cruz se convierte en crux intelligibilis, en la cual cielo y tierra, Dios y la humani­ dad, eternidad y tiempo, convergen en la persona de Jesucristo234. Crea­ ción, encarnación y redención han de ser interpretadas como las coordena­ das de un mismo plan salvífico, que en sí mismo es revelación de Dios235. Buenaventura describe la Escritura como un mar inmenso en el que sólo quien se agarra al madero de la cruz se salva y conoce la verdad. Por lo tanto, la cruz no es sólo el acontecimiento de la redención, sino una revelación del camino de vida abrazado por Cristo y una llamada a la participación en él236. De alguna forma podemos afirmar que para Buena­ ventura el acontecimiento de la muerte de Cristo es la síntesis máxima de la revelación237. La «palabra de la cruz» (1 Cor 1, 18) demuestra que es en la pobreza, en la debilidad, en el dolor y en la persecución donde encontramos a Dios238. 232. Cfr. H. U. VON BALTHASAR, o . c ., 253-342: «En Buenaventura Cristo entra en el centro de todo como substancia de la realidad, siendo la síntesis de Dios y del mundo. Tanto Dios como el hombre se manifiestan y despliegan en Cristo, corazón de Dios». 233. Cfr. Itin. 6, 5. 234. Cfr. E. COUSINS, The Coincidence of Opposites in the Christology of Saint Bonaven- ture, en Franciscan Studies 28 (1968) 27-45. 235. Cfr. F. C ha VERO BLANCO, Teoría buenaventuriana de la redención. Sus presupuestos antropológicos, en Estudios franciscanos 86 (1985) 528. 236. Las modernas teologías de la cruz parten precisamente de esta constatación, que ya vemos tan claramente en la teología de Buenaventura, cfr. J. MOLTMANN, El Dios crucificado, Salamanca 1977, 13: «Dedicarse hoy a la teología de la cruz quiere decir sobrepasar las fronteras de la soteriología, preguntando por la revolución necesaria que se ha de operar en el concepto de Dios. ¿Quién es Dios en la Cruz del Cristo por él abandonado?». 237. In Jo. Com., 19, 48. Cfr. H. G il REDONDO, Exigencias de la actual teología de la cruz, en Senderos 31 (1988) 45-59: «Rahner ha propuesto incluso, una revisión del axioma teológico de que la manifestación oficial de Dios terminó con la muerte del último apóstol. Más bien la cruz de Jesús señala el final de la revelación pública... la revelación se cerró con la muerte de Jesús, crucificado y resucitado; y por lo tanto, con la cruz. La cruz como eje gnoseológico de toda revelación». 238. Esta misma idea está siendo últimamente muy desarrollada, sobre todo en el con­ texto de la teología latinoamericana, Cfr. J. RAMOS REGIDOR, Jesús y el despertar de los oprimi­ dos, Salamanca 1984. «Sobrino explica que en la cruz de Jesús se revela el verdadero rostro del Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. La cruz de Jesús pone en discusión todo conocimiento natural o espontáneo de Dios. La trascendencia del Dios que se revela en la cruz no puede ser concebida por ninguna filosofía. Porque ahí se revela en lo que es aparentemente antidivi­ no, en el dolor y el sufrimiento. La asunción de la cruz por parte de Dios es una crítica a todo conocimiento natural de Dios».

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