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CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 53 para describir la encarnación como algo concreto, en un hombre concreto, en una aldea pobre del último rincón del mundo; una encarnación en pobreza y humildad, en una carne capaz de sufrir y en una obediencia al Padre que le lleva a una muerte violenta, en cruz m. La encarnación es, para Buenaventura, amoroso condescendere de Dios que se humana y hace visible a los pecadores, que no podían captar ya su divinidad172. Es también acercamiento en el amor, aparte de toda intención salvífica, «porque me he hecho hombre visible para que, una vez que me hayas visto, me ames a mí que, no visto e invisible en mi divinidad, no era en cierto modo amado»173. Y así la Palabra misma se digna de buen grado descender a la humanidad, a fin de que podamos imitarla y transformarnos en su seguimiento174. Vemos en Buenaventura ecos de la teología monástica del Verbum abbreviatumm \ la encarnación es la condescensio del Verbo, que se hace cognoscible e imitable asumiendo la carne del hombre para ser conocido desde la carne misma. Este pensamiento enlaza con el de los Padres, del Verbo que se abrevia, se empequeñece para inciar a nivel humano la obra de salvación y la posibilidad de nuestro retorno a Dios. El concepto de Verbum abbreviatum , comúnmente usado en la teología medieval, viene a coincidir en Buenaventura con su concepto de Verbum crucifixum , que es el punto de máxima concentración de la revelación176. «El Dios eterno se abaja humildemente, cuando eleva la arcilla de nues­ tra naturaleza a la unidad con su persona» l77. La humilitas D eim es cuanto de más profundo revela de sí Dios en la Encarnación y, sobre todo, en la cru z179. La cruz es sin más la clave de todo. Omnia in crucemanifestan- 171. Cfr. A. GERKEN, Theologie des Wortes.Das Verhältnis von Schöpfung und Inkarna­ tion hei Bonaventura, Düsseldorf 1963, 20-24; F. CHAVERO B lanco , Teoría huenaventuriana de la redención. Sus presupuestos antropológicos, en Estudios Franciscanos 86 (1985) 515-575. 172. Sermo I Nativ. IX, 103: «Como la palabra inmaterial es imperceptible mientras no llega a expresarse, pero se hace perceptible cuando se reviste de voz, así la Palabra encarnada era incomprensible antes de su nacimiento, pero después del nacimiento, como una palabra expresada con la voz, se revistió de la carne y se hizo sensiblemente perceptible... La Palabra se hizo visible, no ya sólo audible. Porque a la Palabra en sí toca más bien ser oída que vista; pero la Palabra del Padre no podía ser ni vista ni oída y se hizo visible y audible con su nacimiento». 173. V. M., 24, 3. 174. Sermo II Dom. III Advent. IX, 60; Cfr. H. U. VON BALTHASAR, o. c., 313. 175. Cfr. In Lc. com. 24, 33. 176. Cfr. F. C h avero B lan co , o . c ., 542. 177. Sermo II Nativ. Domini. IX, 106. 178. Sermo I Dom. Oct. Epiph. IX, 172. 179. El tema de la humildad de Dios está extensamente estudiado en el quinto capítulo de A. GERKEN, o . c .

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