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CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 43 Cristo y las personas concretas a lo largo de su camino de retorno al Padre, en el cual la realidad de la cruz ocupa un puesto central132. La teología franciscana ha insistido siempre en la importancia de los misterios de la humanidad de Cristo, no sólo para la devoción popular, sino también para una presentación sistemática de la teología. La teología de los maestros y místicos franciscanos de los siglos XIII y XIV se puede definir como una teología afectiva, centrada en los misterios de Cristo en su encarnación, pasión y muerte en la cruz. Buenaventura es, sin lugar a dudas, uno de los máximos exponentes de esta corriente133. Es en los misterios de la pasión donde Buenaventura se muestra más influenciado por el cristocentrismo franciscano. Se podría decir con Fran­ cisco de Sales: «Parece que tú, ¡oh Seráfico Doctor!, no tuviste, al escribir tus obras, otro papel que el de la cruz, otra pluma que la lanza, otra tinta que la sangre de Jesucristo»134. Se le ha llamado el doctor de la pasión135. Fray Juan Haghan narra en su crónica que Buenaventura estaba más ocupa­ do en París en la pasión del Señor que en el estudio136. Y, en la regla para los novicios, Buenaventura recomienda para cada momento el recuerdo de Cristo crucificado: «antes de acostarse y como primera idea al levantarse». De todas formas, hay que decir que la cristología de Buenaventura pertenece, como todas las cristologías antiguas, a las que hoy denominamos «descendentes», en la línea del cuarto evangelio. En este sentido el Buena­ ventura teólogo se resiente de los condicionamientos y límites de su mundo cultural, pero, afortunadamente, lo que pierde el teólogo lo recupera el místico y el pastor137. Buenaventura escribe, generalmente, con preocupa- 132. Cfr. N. M u sc a t, o . c.y 59. 133. Cfr. J. M oltmann , El Dios crucificado , Salamanca 1977, 72: «Del filón agustiniano y franciscano, Buenaventura recogió un carácter voluntarista y afectivo, que transportó a su teología. La reflexión teológica no es solamente una teoría, sino una síntesis de teoría y sabiduría práctica, esto es, una theologia affectiva , una unidad de reflexión intelectual y de experiencia espiritual». 134. S. FRANCISCO DE S ales , Sermon pour l’Invention de la sainte Croix , en Oeuvres , Paris 1647, 299. 135. Cfr. B. A perribay , Cristología mística de san buenaventura , en la introducción a las obras de la B.A.C., t. II, Madrid 1946, 29. 136. Cfr. L. DE C arvalho , S. Bonaventure de docteur franciscain. L’idéal de saint Fran­ çois et l’oeuvre de saint Bonaventure à légard de la science , P aris 1923, 137. 137. Por ejemplo, como teólogo insiste unilateralmente en la divinidad de Cristo con cierta tendencia a idealizar la naturaleza humana de Jesús. Así, en su fase prepascual aparece como un superhombre exento de algunos límites, una especie de semiglorificado. Aquí perte­ nece a la teología del tiempo. Pero como místico corrige este error de teólogo y desarrolla de forma genial la devoción a la humanidad de Jesús. Así, mientras como profesor universitario dice que el hombre Jesús «no podía en ningún modo progresar en santidad porque era, desde el principio santísimo» ( Brev. 4, 7. 6), como místico escribe tranquilamente que el Niño Jesús «crecía en edad y gracia (L. V. 2, 8). Se puede decir que Buenaventura es, ante todo, un santo

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