PS_NyG_1992v039n001p0007_0093

CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 37 no se limita a girar en torno a Francisco, sino que también él parte de una experiencia primordial absolutamente personal: el fascinador avasallamien­ to de la plenitud oceánica de la realidad que surge gloriosa de los abismos de Dios, eternamente en marcha e irresistible. La encarnación de Dios que fluye y refluye en Cristo101. 2. Teología y santidad Buenaventura comienza el Lignum vitae diciendo que su finalidad es la de «encender la devoción y edificar la piedad en los creyentes» (Prol. 2). La teología de Buenaventura es una teología del corazón: «Hay que consi­ derar más el calor de los afectos que la erudición del intelecto»102. Buena­ ventura escribe no sólo para iluminar el intelecto, sino, sobre todo, para inflamar el corazón. «La ciencia teológica es la pía noticia de la verdad creíble»103. Con el adjetivo «pía» Buenaventura sostiene que no se puede hacer teología sin piedad: «Si queréis ser verdaderos escolares tenéis que cultivar la piedad», decía a sus alumnos de la Universidad de París. La piedad tiende, sobre todo, a conocer las «verdades salvíficas» y el Señor da la sabiduría sólo a aquellos que viven devotamente104. Buenaventura afirma que ni siquiera la ciencia teológica puede pretender la completa comprensión de los misterios divinos105. Es necesario que el teólogo sepa reconocer sus propios límites y estudie con humildad: «quien pretende entrar en el santuario de Dios con la soberbia no lo conseguirá por muy letrado que sea». Y más aun que devoto y humilde, el teólogo debe sentirse comprometido con la vida. En esto el ejemplo es una vez más Cristo: «Llegado el Salvador a los treinta años de su edad, queriendo efectuar nues­ tra salud, comenzó a obrar antes que enseñar » (9). Una teología no vivida no sólo pierde su eficacia sino que se convierte en piedra de tropiezo: «esta ciencia, si no viene acompañada de las obras, en vez de últil, es dañosa»106. Para Buenaventura, la teología es una verdadera ciencia, que mira a incrementar la fe, fundada sobre la palabra divina a la que debe ser siem­ pre fiel. Debe estar acompañada de la piedad, sotenida de la oración, em- 101. Hex.} 13, 1-6: «como se une en el círculo el punto final con el primero, así se juntan en la encarnación la altura máxima y la máxima bajura, Dios y el fango». 102. Itin.y prol. 5. 103. Don. col., 4, 5. 104. Cfr. Don. col., 3, 17. 105. Hex., 8, 5: «La profundidad del Dios humano, o sea, su humildad, es tan grande que la razón se desploma de vértigo». 106. Don. col.} 4, 18.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz