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CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 29 turiana. Aunque nuestra intención era estudiarlas separadamente, ya hemos constatado que es imposible separarlas, porque se hayan profundamente entrelazadas. Ya han ido apareciendo muchas de estas relaciones, pero ahora, en esta segunda lectura nos disponemos a profundizar en ellas. Cuando anali­ zábamos la categoría de los misterios, veíamos en ellos la cruz como sínte­ sis de todo el camino recorrido por Dios en Cristo. En la categoría de los frutos veíamos la gracia que, naciendo del misterio de la cruz, posibilitaba nuestra respuesta, nuestro camino hacia el árbol de la vida, como único árbol donde también nosotros debemos dar fruto. La cristología de Buenaventura es una teología de la cruz, en cuanto que la cruz es expresión de Dios e interpelación al hombre67. A través de la doble categoría de Misterios y Frutos podemos ver ya este esquema teológico bien definido: Los misterios tienen su centro en la cruz de Cristo, que es revelación del amor de Dios Padre. Y, al mismo tiempo, el misterio de la cruz es revelación del camino de Dios al hombre. En cuanto a los frutos, veíamos su paralelismo e íntima conexión a los misterios. En la cruz se revela el camino del hombre Cristo al Padre. Así, Cristo se convier­ te en fruto que dona la gracia que necesitamos para recorrer con él su mismo camino, el único posible, el camino que pasa por la cruz. La cruz como modelo de vida cristiana: camino del hombre a Dios. Los misterios nos remitían a una acción contemplativa, y los frutos al seguimiento e imitación. En esta segunda aproximación intentaremos profundizar ambos aspectos allí donde se abrazan y se interrelacionan mutuamente. 1. Contemplación que llama al seguimiento La idea de fondo que domina, como clave de lectura, el Lignum vitae es que la contemplación de la pasión de Cristo llama a la com-pasión en el que la contempla a través de un proceso de seguimiento e imitación. Por­ que, como dice Buenaventura, los auténticos cristianos «se transforman en imagen del Crucificado por la fuerza del dolor compasivo hacia la pasión del Señor»68. La contemplación del Crucificado enciende y enamora el corazón del peregrino y le hace encaminarse por las vías de la vida para recoger los frutos de la sabiduría, mientras el Espíritu Santo transforma lo más íntimo 67. Cfr. W. HüLSBUSCH, Elemente einer Kreuzestheologie in den Spátschriften Bonaventu­ ras, Düsseldorf 1968, 167ss. 68. Sermo 1 Dom. Pascha , IX, 307.

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