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CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 23 El árbol de la vida reconduce todo a su fuente original, a su estado del paraíso, precisamente porque es fuente que comunica todas las gracias47: «fuente que vaya creciendo hasta formar un río vivo y caudaloso, de cuatro canales, para regar el paraíso de toda la Iglesia» (prol. 3). De ahí la invita­ ción que hace Buenaventura: «Aplica tus labios para que bebas aguas de las fuentes del Salvador. Porque ésta es la fuente que mana en medio del paraíso, y dividida en cuatro ríos, derramados en los corazones devotos, riega y fecunda toda la tierra» (30). A lo largo de todo el opúsculo el agua es para Buenaventura el símbolo de la gracia y de la pasión de Cristo. La cruz se convierte en Buenaventura en el principio de la gracia, la nueva vía sacramental, la estructura conformante de la gracia48. Por eso, Buenaventura nos pide insistentemente que tengamos el coraje de acercar­ nos a la cruz y de sentir no sólo el peso, sino también su fuerza salvífica y transformante. Y es éste uno de los aspectos más ricos del contenido y de la estructura del Lignum vitae. La acción conformante de la gracia de Dios se expresa en su Verbum crucifixum y se extiende, como una bendición, sobre los hombres y sobre toda la creación. Cristo es el maestro interior que instruye los corazones, que enseña en lo más íntimo49. Pero sigamos analizando la categoría de los frutos tal como aparece en el Lignum vitae , para ver cómo actúa en noso­ tros la gracia del Verbum crucifixum. Así nos dice Buenaventura en el número 3 del prólogo: «la palabra de la cruz es virtud de Dios para salud de todo creyente». Y en el número 4: «uno e indivisible, este fruto nutre las almas devotas, según los diversos estados, dignidades, virtudes y obras , con multiformes consolaciones, por cuya causa, no sin razón, lo he propuesto y diseñado en forma que declare los doce sabores del árbol de la vida en otros tantos ramos». El fruto de la cruz es la virtud de Dios, que se revela en la vida de su hijo madurada en la cruz. Y en este árbol se convierten en gracia, en frutos, en virtudes, en actitudes (las de Cristo), que también nosotros esta­ mos llamados a madurar en el mismo árbol: «y los llamo frutos, porque con su mucha suavidad deleitan y con su eficacia confortan el alma que los medita y rumia con cuidado cada uno de por sí, con tal que deteste el 47. Cfr. C. DEL ZOTTO, La teología dell’imagine in San Bonaventura , Vicenza 1977, 232- 238. Este autor desarrolla de forma exhaustiva el contenido teológico de la imagen del árbol de la vida. 48. Con estas afirmaciones vemos a Buenaventura en sintonía total con la teología con­ temporánea: W. K asper , El mal en el horizonte de la fe en la redención , en Fe cristiana y sociedad moderna 9 (1986) 212: «Yendo a la cruz, Dios la transforma en la figura y fuente de la gracia». 49. R ed , 18; Hex.y 1, 13.

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