PS_NyG_1992v039n001p0007_0093

CONTEMPLACION Y SEGUIMIENTO DE CRISTO POBRE Y CRUCIFICADO 19 ción mediante el conocimiento y el amor30. Por eso dirá en el Itinerarium que «no basta la lectura sin unción, la especulación sin devoción, la inves­ tigación sin admiración, la sagacidad sin humildad»31. Pulso del amor es la memoria. Lo que mucho se ama, mucho se recuerda. «Todos los misterios de la vida de Cristo son dignos de memoria» (16). En este primer acercamiento a la categoría bonaventuriana de misterio ya podemos entrever algo que iremos desarrollando más detenidamente: que Cristo ejemplar y Cristo camino dicen la misma cosa. Tal concepto de camino era muy familiar a Buenaventura. Cristo es la via dirigens , el cami­ no que dirige nuestros pasos. El cristiano incorporado a Cristo por la gracia, es viador acá en la tierra. Es correspondencia entre dos vidas, entre la del cristiano y la de Cristo, entre los pensamientos, afectos y acciones del copista y los ejemplos y palabras del modelo. Es un conformidad moral que, si bien, por una parte, se sustenta en la conformidad ontologica, con­ diciona a su vez a ésta, hasta el logro de la deiformidad perfecta en el estado de gloria en el cielo. Los misterios de Cristo se han realizado ya en él de forma histórica y definitiva, pero aquello que se cumplió en la Cabeza continúa hoy completándose en los miembros32. Con el símil bonaventuriano del árbol de la vida, cuyas ramas son los misterios de Cristo, se quiere expresar que Cristo va por delante y prece- diento al grupo de sus seguidores33. «Les alumbra el camino del cielo, como el que en noche oscura, antorcha en mano, va iluminando los pasos del viandante. Cristo va por delante, y es el vadeador del río de las tribula­ ciones. Han de vadearlo igualmente los que le siguen, convirtiendo las amarguras de la cruz en gozo sempiterno » 34. Dolores del cuerpo, tristezas del alma, incendios del corazón, todo se ha de recorrer, nos dice Buenaventura, con pía y compasiva mirada. Mirar las disposiciones íntimas de Jesús, amarlas y configurarse con ellas. En esta 29. Un breve resumen de esta doctrina paulina de la imitación de Cristo, con abundante recogida de citas se puede ver en M. ClCCARELLI, o. c., 69-73. 30. M. ClCCARELLI, o. c.f 79: «El Doctor Seráfico, psicólogo experto, describe, pinta, más bien, los misterios de Cristo en sus opúsculos, bien consciente de que solo quien arde de amor es del amor herido» ( V. M., 3,5). 31. Itin., prol. 4. 32. M. ClCCARELLI, o. c., 68: «Hoy, y para todos los tiempos, los misterios de Cristo viven como recuerdo de lo que realizó en sí mismo, y como acción y realidad en cuanto actúan en nosotros que debemos revivirlos: en él iniciaron y en nosotros se cumple su realidad dinámica». 33. La gracia va unida a los misterios de la vida de Cristo: Cfr. M. ClCCLARELLl, o. c 68: «Hay una gracia propia de cada misterio, que Cristo nos ha merecido viviendo aquellos mismos misterios, y que comunica para que lo podamos seguir». 34. In Aseen. Domini, Serm., IX.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz