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18 LUIS RODRIGUEZ CHILAN función del abrazo y del camino: «El verdadero adorador de Dios y discí­ pulo de Cristo, deseoso de perfectamente conformarse con el Salvador de los hombres, por él crucificado, debe, ante todas las cosas y con todo el esfuerzo de su mente, procurar llevar consigo la cruz de Cristo así en el espíritu como en el cuerpo, de forma que pueda sentir realmente en sí mismo la citada frase del Apóstol» (prol. 1). Para Buenaventura, el recuerdo meditativo de la humanidad de Cristo es una preparación y una premisa para el conocimiento contemplativo de Dios25. Los misterios de Cristo son la puerta a la contemplación de Dios26. Insiste mucho en la meditación de los misterios, de forma que, transfor­ mándonos cada vez más, renovemos en nosotros los misterios de la vida de Cristo27. Es aquí donde teoriza la espiritualidad cristocéntrica de Francisco. Así, en De Quinqué festivitatibus pueri Jesu trata de que el alma reviva y renueve los misterios de la encarnación: concebir espiritualmente a Cristo en la oración, darlo a luz con las buenas obras, nutrirlo con meditaciones santas, lavarlo con una fuente de lágrimas, y abrazarlo con su amor. En el verdadero creyente, nueva María, se renuevan los misterios de su carne: el Hijo de Dios se hace en él su vida desde la concepción al nacimiento, desde su crecimiento a la pasión y a la resurrección. Para Buenaventura la relación del cristiano con Cristo comienza siendo deslumbramiento y admiración de sus misterios. Después es comunión con su vida y participación de su pasión. Es un camino de filiación que sólo puede ser recorrido por Cristo y sólo puede ser recorrido con é l28. Buena­ ventura se sitúa en la misma línea que san Pablo al hablar de reproducir en nuestra vida la misma vida de Cristo29. El seguimiento de Cristo, según los evangélicos, es llamada a estar con él (contemplación) y a comulgar con su talante de vida itinerante: «A fin de que en nosoros se encienda este afecto, se forme esta meditación, se impri­ ma esta memoria, me apliqué a juntar este manojito de mirra» (prol. 2). Buenaventura escribirá, en muchas ocasiones, que sólo el affectus puede penetrar en las profundidades de los misterios en un proceso de asimila- 25. M. ClCCARELLI, o. c.} 77: «Habla de la humanidad de Cristo con tanta originalidad y viveza que conmueve y enciende el amor». 26. Mag.y 3: «Sin la luz, que es Cristo, nadie puede penetrar los misterios de la fe; Itin., 4, 8: «Sin Cristo no podemos conocer los secretos de Dios»; In Jo. col., 79, 13: «en la vida de Cristo encontramos palabras, signos, ejemplos: palabras de verdad, signos de poder, ejem­ plos de santidad. Enseña con las palabras, mueve con los signos, dirige con los ejemplos». 27. Cfr. T. V., 1, 7. 28. M. ClCCARELLI, o. c., 69: «Quien, se adentra en la meditación de los misterios de Cristo, siente en su vida fluir la vida de Cristo y las pulsaciones de su adorable corazón». 29. Un breve resumen de esta doctrina paulina de la imitación de Cristo, con abundante recogida de citas se puede ver en M. ClCCARELLI, o. c.y 69-73.

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