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16 LUIS RODRIGUEZ CHILAN sus cálices. Arroyos de sangre vierten las flores; a nosotros toca introducir­ nos en ellas cada vez más íntimamente»17. En el número dos del prólogo, Buenaventura nos anuncia la primera división del misterio central, que es Jesús crucificado. Este árbol ideal que es el Lignum crucis se divide en tres grandes misterios: «En la primera ramificación inferior se describe el origen y la vida del Salvador, en el medio la pasión, y la glorificación en la cima». Como vemos, el misterio de la pasión sigue ocupando el puesto central, el medio , pero hay un gran misterio que lo precede y otro que lo sigue. Como dice en el mismo núme­ ro: «me apliqué a juntar este manojito de mirra , espigando, como en sagra­ da selva, en el santo Evangelio que difusamente trata de la vida, pasión y glorificación de Jesucristo, helo entretejido con sentencias breves, pocas, ordenadas y correlativas». En efecto, los tres grandes capítulos que estruc­ turan la obra están ordenados de esta forma: del misterio del origen, del misterio de la pasión y del misterio de la glorificación18. «Así la bellísima Flor de la vara de Jesé , que en la encarnación se abrió, y en la pasión se marchitó, volvió a florecer en la resurrección» (35). Buenaventura presenta los misterios de Cristo como el evangelio de Juan: comienza desde arriba, desde la gloria del origen divino 19. Esta gloria aparece también, como en Juan, en los misterios de la humillación, desde el nacimiento hasta la cruz20. Al igual que para Juan, para Buenaventura «la hora de Jesús» es sobre todo el momento de la crucifixión, pero Buena­ ventura añade una serie de «horas» (misterios de la vida de Jesús) que preceden y siguen a la pasión: la encarnación, el nacimiento, la circunci­ sión, la revelación a los gentiles, la presentación en el templo, el bautismo, 17. V. M., 24, 1. 18. No es la primera vez que Buenaventura divide de esta forma una obra. Algunos años antes, en 1254, compone dos de sus obras con una estructura similar: Commentarius in Evangelium Joanis y Commentarius in Evangelium Lucae. 19. Buenaventura concibe el misterio de Cristo, como ya lo hiciera san Pablo, como revelación del misterio eterno del Padre. En este sentido el misterio de Cristo no se entiende independiente de su fuente, como un árbol depende de sus propias raíces: «Describe, pues, en lo secreto de tu mente el ideado Arbol, regado en las raíces por la fuente del manantial perenne» (prol. 3). 20. B. APERRIBAY, Cristología mística de san buenaventura , en la introducción a las obras de la B.A.C. t. II, Madrid 1946, 4: «Siempre tiene en cuenta las mismas fases de la vida del Salvador: encarnación, convivencia o ministerio público, pasión y exaltación. Ese es el conte­ nido del Lignum vitae , lindísima joya del hombre interior, donde, en un árbol ideal, va resumido todo el argumento de la cristología. La cristología de Buenaventura tal como apare­ ce en todas sus síntesis, empieza por la eternidad y termina en la eternidad. Todos los miste­ rios de Cristo, bellísimo rosario de realidades divinas y humanas, se cierran en un grandísimo círculo, cuyo punto de partida y de llegada es el Padre».

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