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360 SOLEDAD ANAYA MARTINEZ boicotearon estos intentos aplicando a los rebeldes una justicia sumaria. Ya no hay pues más partido que el Partido Fascista, ni más jefe que el Duce, su conductor. Como primer ministro del Estado hizo largo uso de la facultad de proponer leyes y nombrar autoridades entre los prosélitos. Con sobrada razón pudo afirmar de sí mismo: «La bandiera della Rivoluzione Fascista è affidata alle mie mani, ed io sono disposto a difenderla contro chiunque, anche a prezzo del mio sangue...» ÌA. «Saremo con lo Stato e per lo Stato, tutte le volte che esso si dimostrerà geloso curtode e difensore e propagatore della tradizione nazionale... Ci sostituiremo allo Stato, tutte le volte che si manifesterà incapace di fronteggiare e combattere senza indulgenza funeste le cause e gli elementi di disgregazione interiore... Ci schiereremo contro lo Stato, qualora esso dovesse cadere nelle mani di coloro che minacciano e attentano all’avvenire del P aese»15. Italia siguió teniendo la forma de una Monarquía Constitucional cuyo soberano era el Rey. Existía un Parlamento pero el Gobierno estaba supe­ ditado al partido Fascista, el único existente, organizado de este modo: a) Grupos locales. b) Federaciones regionales. c) Gran Consejo. El Gran Consejo del Fascismo, presidido por Mussolini, era el encarga­ do de proponer al rey el candidato a la presidencia del Consejo de Minis­ tros y el nombramiento de los cuatrocientos candidatos a los escaños de la Cámara de los Diputados. «Esta monumental lista única —«il listone»— debía ser aprobada o rechazada en su totalidad por el ciudadano votante. Por ello, en las primeras elecciones con el nuevo sistema, el 24 de marzo de 1929, «il listone» obtiene prácticamente el cien por cien de los votos emitidos»16. Se introdujeron mejoras sociales como medio de captación de la clase obrera tales como la implantación de un salario mínimo, el establecimiento de una paga extraordinaria al año —la «tredicessima»—, la asistencia sani­ taria y la congelación del precio de los alquileres. 14. Opera cit. (V, p. 118). Scritti e Discorsi di Benito Mussolini, Roma 1935. 15. Opera cit. (V, p. 295). Scritti e Discorsi di Benito Mussolini, Roma 1935. 16. A. PIZARROSO Q u intero , El Estado corporativo fascista , en Revista de Historia Uni­ versal , p. 91.

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