PS_NyG_1991v038n003p0309_0349

334 JOSE LUIS RODRIGUEZ MOLINERO El hacia dónde de ese decurrir óntico es el mundo , el cual no debe ser interpretado como objeto , puesto que la caída en el mundo como objeto sólo sería posible —observemos, una vez más, la impugnación heideggeria- na del tradicional esquema filosófico sujeto-objeto— si se tomase al «ser ahí» como un yo-sujeto (Ich-subjekt) aislado, o como el punto de un ‘sí mismo’ (Selbstpunkt) del cual se apartase en la caída, viniendo, por tanto, ésta a ser interpretada como el ser ‘ante los ojos’ al modo de un ente ultramundano. Por otro lado, está la determinación existenciaria de la caída (sentido ontológico-existenciario): Siendo el «ser ahí» constitutivamente ser en el mundo, el decurrir óntico de la caída es un estado de movimiento hacia el uno, hacia el mundo de que se cuida, hacia la impropiedad del «ser ahí», pero, sin dejar, o abandonar, por ello, el «ser ahí» su esencial constitución de ser en el mundo. Es decir, la caída, lejos de enunciar nada sobre el «ser ahí» como algo «ante los ojos», o sobre relaciones «ante los ojos» con entes de los que «proceda» o con entes con los que haya entrado posterior­ mente en contacto64, es una determinación existenciaria. Y, como tal deter­ minación existenciaria, se mantiene siempre. Por lo que el «ser ahí» sólo puede huir de sí en tanto que es puesto, esencial y ontológicamente, ante sí mismo por el «estado de abierto» que, en general, le es inherente65. El estado de ánimo de la angustia, por tanto, como determinación existencia­ ria del «ser ahí» que es ser en el mundo, acompaña siempre al «ser ahí», como modo de hallarse comprensor que penetra hasta el ser mismo del «ser ahí» y hace posible expresar en conceptos aquello de que se huye en el decurrir óntico de la caída. Teniendo en cuenta la existenciareidad del fenómeno de la caída es posible, entonces, entender la afirmación heideg- geriana de que «la angustia saca de nuevo al ‘ser ahí’ de su cadente absor­ berse en el mundo»66. Pasemos ahora a ver, concretamente, cómo funciona metódicamente la angustia como estado de ánimo; es decir, a ver con qué amplitud, con qué originalidad, con qué simplicidad, llega el estado de ánimo de la angustia, como exégesis ontológico-existenciaria, al ser del «ser ahí». En líneas gene­ rales podemos adelantar que las posibilidades de un estado de ánimo de adentrarse en el ser del «ser ahí» serán tanto mayores cuanto más original sea él como modo de hallarse. 64. Cfr. Sein und Zeit, 176 (trad, esp., 196). 65. Cfr. Sein und Zeit , 184 (trad, esp., 204). 66. Cfr. Sein und Zeit , 189 (trad, esp., 209).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz