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308 DIONISIO CASTILLO CABALLERO persona y en el que expone cómo aquella ilusión primera está hecha migas: el edificio de su juventud en ruinas. Y Les mots. En esta autobiografía reconoce, a su vez, que «la cultura no salva nada ni a nadie, no justifica» (p. 162 [205]). El ideal utópico de El Pedagogo queda sin sentido... No obstante, creemos que la problemática presentada por Sartre en Las moscas sigue, en el fondo, vigente aún hoy en día. Creemos que es preciso replantearnos el tema de Dios con la debida seriedad filosófica. Por lo que respecta a la religiosidad popular — en definitiva, es la que parece encarnar Sartre en toda esta obra y, a la vez, riduculizarla hasta el extremo—, es preciso purificar las concepciones sobre Dios que está pre­ suponiendo y los modos concretos en los que, con cierta frecuencia, se vivencia y, a veces, se promociona. La religión auténtica es religión de vivos y no de muertos . Por tal motivo, creemos que la crítica de Sartre a ciertas expresiones y vivencias de religiosidad popular siguen teniendo, en gran partre, actualidad. En referencia al tema filosófico sobre Dios , es preciso, también, apostar por un replanteamiento antropológico actual’, desde la consideración de la persona como «absoluta», creadora de valores y un Dios, como «Absoluto», a su vez, que respeta, funda y promueve a la persona a ser creadora de dichos valores, si bien siempre en dependencia —«relacionada»— de un Dios personal que funda la libertad, como funda y promueve a todo «viviente». Creemos que la orientación zubiriana en el tema en torno a Dios puede aportar hoy un planteamiento profundo y feliz. Sartre presenta un ateísmo de cuño existencialista. Preocupado por salvar al hombre y sus valores, particularmente el de su libertad y creativi­ dad. Esta obra puede servirnos de catarsis a nuestros planteamientos teóri- co-filosóficos {teodicea). Y muy en particular en las cuestiones acerca de la relación de Dios y el hombre. Pero sin olvidarnos que, también en la praxis —en los modos de las expresiones y vivencias religiosas de signo «popular»—, puede ayudar a purificarnos. Nos ayudaría, así, a re-inventar (en el sentido de «re-encontrar») una especie de teología natural negativa que deberíamos recuperar... Si el análisis de Las moscas nos ha proporcionado esta reflexión y nos hace volver sobre «sendas perdidas» en los ámbitos de la teodicea y de la religiosidad popular , la obra de Sartre cobraría, en medio de sus limitacio­ nes, su valor filosófico y práctico hoy... Dionisio C ast illo C aba llero Universidad Pontificia Salamanca

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