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298 DIONISIO CASTILLO CABALLERO En segundo lugar , surgen unas relaciones conflictivas entre ellos: «La esencia de las relaciones entre conciencias, entre seres-para-sí no es el “Mit- sein”, sino el conflicto» (p. 531 [502]). Los otros «seres-para-sí» pretenden escoger «su» mundo, en el que nosotros, «seres-para-sí», nos encontramos existiendo como dentro de «su mundo», como unos objetos más. Y, por esta ley de reducción, nos tranfor­ man en objetos , en «seres-en-sí», en mundo de otros. Esta situación produce un descentramiento ontológico de todo nuestro universo que socava, por su misma base, el agrupamiento que nosotros, a su vez, hacemos, de todo cuanto aparece en nuestro mundo, de todo cuanto vemos... Según Sartre, se produce una verdadera nihilación-nadificación: «néan- tisation» entre ellos. Y todo como fruto de nuestra mutua libertad... Para profundizar en el análisis de esta situación y encontrar su significa­ do, Sartre acude, en su obra E l ser y la nada a la fenomenología de la mirada: ¿Quién es el otro? «El otro es el que me mira... aquel que me mira...» (p. 333 [315]). «Si el prójimo es, por principio, aquel que me mira, debemos explicar el sentido de la mirada ajena» (p. 333 [315]). A la tarea de su descripción le dedica la sección 4.a, del capítulo 1.° de la tercera parte de su obra El ser y la nada. Lleva por título «Le regard» —la mirada— y, a través de su análisis, va a estudiar la relación del «yo» con el «otro» (pp. 328-385 [310-364]). ¿Cómo se realizan las relaciones intersubjetivas? ¿Entre los «seres-para- sí»?... Subrayamos algunos de los puntos principales de este análisis que nos interesan para el argumento de nuestro estudio. ¿Qué es lo que produce en nosotros la mirada del otro ? Sartre no duda en afirmar con radicalidad: «Vergüenza». Es un hecho psicológico univer­ sal en nuestras relaciones interpersonales. Sartre se refiere a ella como una experiencia vivida —Erlebnis—. Un modo de conciencia, profundamente intencional: se siente vergüenza de alguien: «Siento vergüenza de mí tal como aparezco ante otro. Yo me avergüenzo de m í ante otro » (p. 370 [350]). El «ser mirado» nos hace sentirnos existentes. Pero, también, nos con­ vierte en objetos de la mirada de otros. Nos descubrimos como «siendo

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