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LAS MOSCAS 295 2. P o sibilidad d el arrepentim iento como « mala f e » Otro de los conceptos básicos de la Ontologia fenomenològica sartreana que asoma con toda claridad en Las moscas es el de posibilidad del arre pentimiento que ofrece la religión y que Sartre encarna en la persona de Electra, de modo especial. Hemos visto cómo en la concepción sartreana de la divinidad sólo le quedaría al hombre ser libre para realizar el mal. Pero, bien analizado, afirma Sartre, ni siquiera esto le daría al hombre la posibilidad de realizarlo con todas sus consecuencias. Y, por tanto, de realizarse en plenitud su libertad. ¿Por qué? Sartre cree oportuno, en su análisis del «ser-para-sí», introducir en su Ontologia fenomenològica una de las categorías nocionales principales: la noción de «la mauvaise foi» —la mala fe—, contrapuesta a la «buena fe». A la clarificación de este concepto dedica varias páginas (pp. 91-123 [85-111]). La «buena fe» es la aceptación plena de nuestros actos, como totalmen te «nuestros», y de las responsabilidades que de ellos se desprenden, sin descargarlas sobre nadie. Ni siquiera sobre Dios. Por el contrario, la «mala fe» consistiría en la búsqueda de motivos justificantes de las acciones humanas que no sea exclusivamente la libertad humana. No se trata de un simple proceso psicológico, social, moral..., sino que se trata de un momento constitutivo de la misma subjetividad. El proyecto primitivo de la mala fe no es sino la utilización de la autodestruc- ción del fenómeno de la conciencia humana. Decide de la naturaleza de la verdad, no por sus propios actos, sino por miedo a aceptarse, en definitiva, como se es. Supone, en consecuencia, una negación de nuestra libertad, de la elección personal. Una posibilidad constitutiva del ser humano que pue de tomar actitudes negativas en relación a uno mismo. En definitiva, un modo de negarse a sí mismo. Una huida, una automentira, propia de una existencia inautèntica. Sartre la define como «mentirse a sí mismo» (pp. 92-93. 101-103. 113. 118 [86-87. 95-96. 106. 111]). Es el gran reproche que, al final de Las moscas, descarga Orestes sobre su hermana Electra. Júpiter se encarga, sabia y ladinamente, de provocar en Electra el arre pentimiento. Esta se somete, al final, al deseo de Júpiter, ante cuyos cons tantes reclamos sucumbe: se siente culpable, siente el «remordimiento» y termina aborreciendo el crimen cometido por su hermano y al mismo her mano. No lo considera «suyo».
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