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LAS MOSCAS 293 Este es el motivo profundo por el que Sartre rechaza, por medio de su personaje central, Orestes , todo modelo de comportamiento predado, crea do con anterioridad por la divinidad, por Júpiter: su concepción ontológica acerca de la subjetividad humana. Y que le sirve de base para la negación de la divinidad: Si Dios existiese, al hombre no le quedaría más que reali zar esa idea modélica, según la cual tendría que realizarse en la vida. A ella tendría que encadenarse como lo realizan las piedras, los astros, las cosas, las rocas, etc.: los «seres-en-sí»... Dentro de este mismo contexto de Las moscas , Sartre parece presupo ner una concepción particular sobre la creación, de cuño «artesanal» y que se encuentra de acuerdo, también, con la conceptualización que de ella hace en su libro El ser y la nada. La naturaleza aparece como «técnica» de un artesano que la modela, la fabrica según la idea que tiene en su mente desde toda la eternidad. En ella, dentro de la cual se encuentra el mismo hombre, deja su impronta para que el hombre caiga en la cuenta, la reconozca como obra de la divinidad, le alabe en ella y se reconozca como «gusanito» dentro de ella. En toda esta concepción se supone el carácter puramente «pasivo» de la naturaleza y del mismo hombre. Aquí basa Sartre el ruego de Júpiter a Orestes. Después de exponer ante su consideración el maravilloso orden de toda la creación, que obede ce inexorablemente a su «hacedor», le insta a que vuelva a la naturaleza y se someta, también, como ella: «Reconcéntrate, Orestes ; el universo te prueba que estás equivocado, y eres un gusanito en el universo. Vuelve a la naturaleza, hijo desnaturalizado: mira tu falta, aborrécela, arráncatela como un diente cariado y maloliente. O teme que el mar se retire delante de ti, que las fuentes se sequen en tu camino, que las piedras y las rocas rueden fuera de tu senda y que la tierra se desmorone bajo tus pasos» (p. 71 [180]). La réplica de Orestes es inmediata: «¡Que se desmorone!... Todo tu universo no bastará para probarme que estoy equivocado» (p. 71 [180]). No obstante, Orestes , haciendo una especie de autobiografía, reconoce el cambio radical que ha experimentado en su forma de proceder. El len guaje utilizado por Júpiter era, también, su lenguaje anterior. Pero ha expe rimentado un cambio profundo. Ahora, utiliza uno nuevo, en el que el hombre no es un mero objeto, un «ser-en-sí», junto al resto de los seres
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