PS_NyG_1991v038n003p0265_0308

292 DIONISIO CASTILLO CABALLERO Dentro de este marco, se desenvuelven las motivaciones que aporta Júpiter , al exigir la aceptación de las consecuencias de creación por parte de Orestesy su creatura, su «hechura»: «¡Orestes! Te he creado y he creado toda cosa: mira... Mira esos planetas...» (p. 70 [179]). A continuación, va enumerando, en una especie de melodrama, cuantas creaturas están bajo sus órdenes y siguen inexorablemente sus mandatos: Planetas siguiendo su curso; las esferas con su armonía; la perpetuación de las especies; las mareas rítmicas del mar; el crecer de las plantas; las voces petrificadas de las rocas... En una palabra, de toda la naturaleza..., que sigue preceptivamente el camino que él les ha impuesto desde la creación (cfr. pp. 70-71 [179-180]). Orestes , no sintiéndose «naturaleza alguna», rechaza las motivaciones de su «rendimiento» propuesto por Júpiter. Se siente persona y distinta a toda «esencia» creada por los dioses: «Eres el rey de los dioses, Júpiter , el rey de las piedras y de las estrellas, el rey de las olas del mar. Pero no eres el rey de los hombres» (p. 71 [180]). Orestes reconoce su propia dignidad personal, que se diferencia, por su libertad constituyente, de las cosas, de lo objetivo, de los «seres-en-sí». Es un «ser-para-sí» y rompe todos los esquemas que signifiquen orden establecido, naturaleza... El hombre es, simplemente, existencia. Y ésta precede a la esencia. Otro de los temas centrales de su Ontología fenomenológica (cfr. pp. 66ss. 141. 542-544. 692. 760 [60ss. 132-133. 513-517. 654-655. 722]). Argumen­ to que, más tarde, abordará en su obrita «L ’existencialisme est un humanis- me», Nagel, París 1946, particularmente para pronunciarse por un ateísmo de signo humanista. La esencia del ser humano depende de su propia libertad, que inventa la razón del Bien y del Mal... Hemos visto que la conciencia no existe sino en cuanto conciencia de algo, en referencia intencional absoluta. Luego, antes de este «algo», no hay nada que la constituya en cuanto tal. El hombre, como «ser-para-sí», no está definido de antemano. Es pura y absoluta libertad. Pura conciencia de esencia. No tiene esencia, sino nuda existencia: pura nada de ser. Es puro hacerse. Es proyecto fundamental que se va realizando él mismo en sus proyectos concretos. El hombre es «su propio creador» (cfr. pp. 82. 132ss. 546 [88-89. 124ss. 516]).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz