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290 DIONISIO CASTILLO CABALLERO Presupuestos estos principios de tipo filosófico, puede ahora compren derse mejor el hilo conductor de toda su obra Las moscas. Orestes se siente libre frente a todos y frente a todo. Particularmente frente a Júpiter , por lo que puede representar de todo lo predado. Dios haría irreal la libertad de Orestes. Si bien es una de sus ideas que permanece a lo largo de toda su obra, aparece plasmada de modo particu lar y relevante en el diálogo mantenido entre Egisto y Júpiter (pp. 52-57 [149-158]) y Júpiter y Orestes (pp. 70-74 [173-184]). Es, precisamente, el secreto doloroso de los dioses y de los reyes: el que los hombres sean libres. Frente a esta realidad nadie puede hacerse valer, fuera de la misma libertad humana. En la concepción sartreana, no hay puesto para un ser, por excelente que sea, que se presente como «creador de la libertad», que establece unos objetivos concretos y determinados a cumplir, que le indique, desde fuera, qué es el Bien y el Mal , para atenerse a ellos correctamente. Iría contra su libertad autónoma, absolutamente independiente, creadora de valores y sin legislador alguno fuera de ella misma. Sartre opta, aquí, por un concepto de libertad plenamente autónoma, sin referencia a norma alguna, fuera de sí misma, ni a «dios alguno que le dicte reglas de comportamiento»: lo que tiene que hacer o evitar. La experiencia que Orestes mantiene al final de la obra es que se en cuentra totalmente solo ante su elección: ni Dios, ni Diablo, ni Mal, ni Bien... nadie que dé órdenes: «Pero de pronto la libertad cayó sobre mí y me traspasó, la naturaleza saltó hacia atrás, y ya no tuve edad y me sentí completamente solo, en medio de tu mundito benigno, como quien ha perdido su sombra; y ya no hubo nada en el cielo, ni Bien, ni Mal, nadie que dé órdenes» (p. 72 [182]). Una idea que desarrollará, posteriormente, con más detención y viru lencia literaria e ideológica en su obra Le Diable et le bon Dieu, Gallimard, París 1951. Trad. cast. El Diablo y Dios , Alianza Losada, Buenos Aires 1986 reimpresión. La libertad es la experiencia más inmediata y evidente en la obra de Sartre. Y la que tiene que elegir los caminos de cada persona, en consonan cia con su teoría acerca de los fines y valores. Ella es quien los elige. Orestes , prototipo del hombre libre, auténtico, inventa constatemente su camino, aunque en este quehacer vaya contra el mismo Júpiter y los suyos: «Porque soy hombre, Júpiter, y cada hombre debe inventar su camino. La natu raleza tiene horror al hombre, y tú, tú, soberano de los dioses, también tienes horror a los hombres» (p. 73 [182]).
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