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LAS MOSCAS 289 cias ontológicas sartreano someter al hombre a «situaciones pre-dadas» de valores —del Bien y del Mal—, ante los que tendría que reaccionar positiva o negativamente: «...mi libertad no es una cualidad sobreagregada a una propiedad, de mi natura leza: es, exactísimamente, la textura de mi ser; y, como en mi ser es cuestión de mi ser, debo necesariamente poseer cierta comprensión de la libertad...» (p. 344 [ 51 4 ]). En este contexto explicita Sartre su pensamiento sobre lo que es el hombre en su quehacer humano. Y en su relación al famoso tema acerca de ¿«prioridad de la esencia sobre la existencia?». Entender al hombre en lo que tiene —es— de más radical, en su «ser-libre» desde estas catego rías, sería no entender su «contextura». Ser hombre y ser libre es una misma cosa. De ahí que, en Sartre, la existencia preceda a la esencia y la condicione. Uno de los centros de interés de mayor relevancia en su pen samiento: «Decir que el para-sí tiene que ser lo que es, decir que es lo que no es no siendo lo que es, decir que en él la existencia precede y condiciona la esencia, o inver samente, según la fórmula de Hegel, que para él “Wessen ist was gewesen ist”, es decir, una sola y misma cosa, a saber: el hombre es libre» (p. 544 [515]). Lo que hace entender al hombre como «proyecto». Sartre define al hombre como puro proyecto, como una constante tendencia del «ser-para- sí» al deseo de «ser-en-sí» (cfr. para este tema pp. 688-689, [651-654])... Como ser libre y en constante proyecto en su vida, el hombre no puede recibir fines o determinaciones desde fuera de su libertad (cfr. pp. 610ss. 690ss. 701ss. [577ss. 652ss. 663ss.]). Tampoco se le pueden imponer lími tes como fines de sus propias actuaciones fuera de ella misma: «La realidad-humana no puede recibir sus fines, como hemos visto, ni de fuera ni de una pretendida “naturaleza” interior. Ella los elige, y, por esta elección misma, les confiere una existencia trascendente como límite externo de sus proyectos. Desde este punto de vista —y si se comprende claramente que la existencia del Dasein precede y condiciona su esencia—, la realidad humana, en y por su propio surgimiento, decide definir su ser propio por sus fines...» (p. 549 [519]). Esto es lo que Sartre entiende por «estar condenado» a ser libre: «Estoy condenado a ser libre. Esto significa que no podría encontrarse a mi libertad otros límites que ella misma, si se prefiere, que no somos libres de cesar de ser libres» (p. 545 [515]).
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