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LAS MOSCAS 283 Y sin embargo, oh mis hombres, os amo, y por vosotros he matado. Por voso­ tros. Había venido a reclamar mi reino y me habéis rechazado porque no era de los vuestros. Ahora soy de los vuestros, oh súbditos míos, estamos ligados por la sangre, y merezco ser vuestro rey. Vuestras faltas y remordimientos, vuestras angustias nocturnas, el crimen de Egisto, todo es mío, lo cargo sobre mí. No temáis a vuestros muertos; son mis muertos. Y mirad: vuestras fieles moscas os han abandonado por mí. Pero no temáis, gente de Argos, no me sentaré, todo ensangrentado, en el trono de mi víctima; un dios me lo ha ofrecido y he dicho que no. Quiero ser un rey sin tierra y sin súbditos. Adiós, mis hombres, intentad vivir; todo es nuevo aquí, todo está por empezar. También para mí la vida empieza. Una vida extraña...» (pp. 77-78 [189-190]). Después de este reconocimiento de Orestes de su vida nueva, creada por su propio acto de libertad, el personaje alude a la leyenda griega de Scyros —Esciros— (isla y ciudad del mismo nombre, al norte de Eubea): infección de la ciudad por las ratas y el flautista que la liberó, sacándolas de la ciudad. Sartre utiliza aquí, para terminar brillantemente su obra, una leyenda que viene siendo famosa en la literatura universal, inmortalizada, posterior­ mente, por Robert Browning, en El flautista de Hamelín (1845) y, en nues­ tra literatura española por Jacinto Benavente, en su obra Y va de cuento , en Obras Completas IV, Aguilar, Madrid 1951, pp. 621-681, part. 643... Orestes sale de la ciudad, su ciudad, llevando tras de sí, como algo suyo, las moscas, las Erinias, aullando... Fruto de «su acto»: obra de su propia y más absoluta libertad... (p. 78 [190]). II. CLAVES DE INTERPRETACION: SU ONTOLOGIA FENOMENOLOGIA «Literatura y pensamiento van de mano desde antiguo». Estas palabras, con las que iniciábamos nuestro estudio, tienen en Sar­ tre perfecto cumplimiento. Su obra literaria y, en particular, la de teatro, debe interpretarse desde la perspectiva filosófica. Con cierta frecuencia, se observa en los estudios acerca de la obra de Sartre esta deficiencia. Y creemos que, perdida esta referencia, su obra literaria quedaría reducida a aspectos interesantes, por cierto —lenguaje, estilo, resortes literarios, inventiva creadora, etc.—. Pero dejaría en penumbra otro que consideramos más relevante y que, sin duda alguna, recorre toda su obra literaria: su transfondo filosófico.

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