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EL PROBLEMA DEL MAL Y EL PECADO ORIGINAL EN SAN AGUSTIN 245 con esta inclusión de todos en el pecado de UNO, no se esté haciendo una auténtica injuria a la bondad de Dios y a la dignidad del hombre libre, al mismo tiempo. Puede cubrirse todo ello con el sufrido velo del «misterio». Pero tam­ bién podría hablarse de enigma, de paradoja, de contradicción y hasta de absur­ do. De hecho el dicho tertulianeo del «credo quia absurdum» ocurre con fre­ cuencia en los expositores de la doctrina agustiniana/clásica del pecado original como raíz de todos los males que en el mundo han sido. 6. Los fundamentos de la teoría agustiniana Sólo podemos tratarlos en forma fragmentaria y sucinta. Pero no es razonable omitirlos del todo. Su teoría de que todos los males del hombre le vienen como consecuen­ cia y castigo del pecado de Adán la fundamenta san Agustín en «autorida­ des» de la Escritura y de la Tradición, y en «razones» teológicas. Tan entreveradas unas en otras que no resulta fácil definir si las «razones» vienen a roborar una doctrina aprendida en la la Escritura/Tradición, o, más bien, descubierta la enseñanza por «razonamiento» teológico, luego se le buscan textos bíblicos que la prestigien y acreditan21. En cualquier caso, nosotros nos fijamos en las «razones» teológicas que sostienen la teoría agustiniana. En ellas se percibe mejor el aporte personal de Agustín a la solución del viejo problema. Pasamos a analizarlas en concreto. a) Dios castiga los pecados de los padres en los hijos Este texto de la Escritura es citado numerosas veces como base para argumentar a favor de la propuesta agustiniana: es perfectamente normal el que digamos que Dios castiga en sus hijos los pecados del primer padre. Es ley de la «misteriosa», pero irreprensible justicia divina el castigar los pecados de los padres en los hijos22. 21. Agustín encuentra el pecado original (sin distinguir mucho entre originante y origi­ nado) en el Antiguo Testamento: Gn 1-3; Sal 50, 7; Jb 14, 4; Sab 12, 10-11; e indirectamente en Gn 17, 14; Lev 12, 6; Eccl 40, 40, 1. En el Nuevo Testamento: Rm 5, 12-21; Rm 7, 7-25; Jn 3, 5; Rm 9, 20-24; Ef 2, 3. Juliano de Eclana negaba que la doctrina del pecado original se contenga en la escritura, y la exégesis moderna le da plenamente la razón. La Tradición sí favorece a Agustín en parte, pero no en todo, según hemos indicado. 22. El texto bíblico completo tiene otro sentido: «no te postrarás ante ellos, ni les darás culto: porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos, cuando me aborrecen; pero actúo con lealtad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos». Ex 20, 5, Deut 5, 9. Agustín lo cita y comenta en repetidas ocasiones, en polémica contra Juliano Op. Imperf, III, 15, 16, 30, 39, 50, 54, 61, 83; V, 9. Corroborado por Sab 12, 10: Ibid., III, 12. 14ls; IV, 124, 128s.

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