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HEIDEGGER EN LA FILOSOFIA ESPAÑOLA 161 Después de numerosas aportaciones parciales, con posturas a veces estridentes en una u otra dirección, la investigación actual, gracias sobre todo a P. Cerezo, ha colocado este problema dentro de sus justos límites. Esto permite que ahora sea suficiente con resumir los datos fundamen­ tales del tema. La única adición a tener en cuenta es el texto de Ortega publicado en 1984 con el título ¿Qué es conocimiento?, un libro conforma­ do a partir de apuntes de cursos que van entre los últimos meses de 1929 y los primeros de 1933; por tanto, puede servir muy bien de puente entre la primera presencia en el curso de 1929 y la pleamar de 1933, por lo cual dedicaré a ello un breve análisis. Mi impresión general es que este nuevo texto no altera sustancialmente las coordenadas conocidas, pero permite aclarar mejor algunos puntos internos, aunque la composición literaria que han hecho los editores resulta poco fiable. Actualmente es sabido que el estímulo inicial de ¿Qué es filosofía? no es Heidegger, sino N. Hartmann, del cual depende la estructura funda­ mental de la obra; precisamente entiendo que la confrontación entre Hei­ degger y N. Hartmann es uno de los datos básicos de este proceso, pues la fuerte presencia de Dilthey a partir de las mismas fechas parece claro que está servida inicialmente a través de Heidegger, aunque luego termine volviéndose contra él mismo. En este contexto, Ortega reiterará una y otra vez la meta de superar lo mismo el idealismo que el realismo como el gran desafío filosófico de la época18; también desde muy pronto aparece la ne­ cesidad de una «tercera vía» —la que llamará raciovitalismo— para cual­ quier filosofía a la altura del tiempo. Pues bien; esquematizando mucho las cosas, Ortega recibe la incitación de N. Hertmann y toma como inicial referencia la primera gran obra de Hartmann, los Grundzüge einer Metaphysik der Erkenntnis (1921). Cuando conoce Sein und Zeit, se percata de que la postura de Hertmann se queda corta para ese propósito porque sigue inclinándose en exceso hacia uno de los extremos (ahora, el realismo). No obstante, con Heidegger recibe tam­ bién a Dilthey, al que va a prestar atención autónoma; la razón vital se concreta como «razón histórica» y a ese luz parece que Heidegger ha ido demasiado lejos, por lo que la discusión de Ortega se inserta en el proyecto interno mismo de Sein und Zeit. Me limitaré aquí a ejemplificar brevemen­ te este descarnado esquema. sucesivos en la obra de Ortega, sino dos aspectos coetáneos de un único movimiento. La acentuación de la segunda sólo traduce el progreso que Ortega iba haciendo en su propia filosofía, cada vez menos necesitada en su opinión de otros apoyos. 18. También aquí el tema viene dado por el escrito de Hartmann ‘Diesseits von Idealis- mus und Realismus’, recogido luego en N. Hartmann, Kleinere Schriften, t. II (Berlín, W. de Gruyter 1957), pp. 278-322. 11

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