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HEIDEGGER EN LA FILOSOFIA ESPAÑOLA 159 riana de aquella encrucijada fueron los caminos marcados por la Kehre, es comprensible que muchos no le siguiesen por una vía que creían muerta y que quedaba por detrás de la fecundidad de los problemas planteados por su propio autor. De ahí su escaso interés por esos escritos cuando ya dispo nían de filosofías propias a las que consideraban mucho más fecundas. Es lógico que ese Heidegger de un solo libro incompleto presentase muchos problemas de interpretación, cuando no se veía clara la solución y se estaba muy lejos de disponer de los recursos hoy accesibles. J. Gaos se asombra retrospectivamente de que Zubiri (tampoco Ortega) no cayese nunca en la interpretación «nihilista», cuando eso fue lo habitual por mu cho tiempo14, y, no obstante, creo que se equivoca al llevar a Heidegger a la fosa común del «existencialismo» y pensar que esa era la interpretación de Zubiri. En contrapartida, creo que no sorprenderá mucho el carácter excesivamente fragmentario con que es utilizado Heidegger, incluso con tando con tan buenos lectores. De lo antes dicho, habría que matizar tan solo que fue Gaos quien siguió durante un trecho más largo la trayectoria de Heidegger, pero tam bién es cierto que para sacar de ella un profundo escepticismo filosófico, del cual no parece haberse repuesto ya del todo. Este dominio del primer Heidegger se acentuará con la tradicción en 1945 del libro de A. de Wael- hens, el estudio más autorizado entonces que absolutiza ese primer Heideg ger, a pesar de que su traductor —el benemérito P. R. Ceñal—añade un oportuno «epílogo» sobre las últimas publicaciones del filósofo15. Aún con tando con las valiosas aportaciones parciales, debidas a F. Montero Moliner, M. Cruz Hernández, P. Cerezo Galán y M. Sacritán sobre todo, habrá que esperar más de 20 años desde el libro clásico y superado de A. de Waelhens para encontrar un estudio de conjunto en la literatura filosófica española16. Pienso que sobre este escenario puede comprenderse la peculiar eficacia que Heidegger va a tener en las filosofías de Ortega y de Zubiri. 2. Heidegger, un desafío para Ortega Las coordenadas básicas de la presencia de Heidegger en la obra de Ortega están actualmente bien determinadas en sus cauces fundamentales. A partir de 1928, Heidegger es una prsencia constante en la obra de 14. Cf. J. G ao s , Ob. cit., pp. 72-73. 15. A. DE WAELHENS, La filosofía de Martín Heidegger. Trad. R. Ceñal (Madrid, CSIC 1945). 16. Me refiero al libro de M. OLASAGASTI, Introducción a H eidegger (Madrid, Rev. de Occidente 1967).
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