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HEIDEGGER EN LA FILOSOFIA ESPAÑOLA 183 su enraizamiento natural y crear un mundo artificioso; por ello, hay que buscar «no sólo una lògica de los principios, sino, en cierto modo, una lògica de la realidad»16. Aceptemos, puesto que así lo advierte Zubiri77, que esta sea la primera proclamación de algo que el filósofo sólo conseguirá realizar en su última obra, casi medio siglo más tarde. El simple hecho de que se siga denomi nándola «lógica» nos advierte que Zubiri, aún reclamando la importancia intelectiva del sentir, dista mucho de tener clara su peculiar «compenetra ción» con la inteligencia; es decir, no dispone aún del concepto esencial de inteligencia sentiente y no parece siquiera atisbar que el elemental acto de sentir tiene capacidad intrínseca para actuar como fundamento de todo el proceso, exigiendo así un abandono crítico del círculo ontològico. Por tanto, no es extraño que el peso metafisico de la «realidad» apenas aparez ca en esta etapa e incluso se proponga como alternativa a la ontologia del ser una ontologia del «haber»78. En su filosofía madura Zubiri rechazará tajantemente esa alternativa, pues el «haber» pertenece al orden del sentido y, por tanto, surge por referencia a la función que las cosas desempeñan dentro de la vida humana79. Sin embargo, este planteamiento permitía analizar críticamente la prio ridad otorgada por Heidegger al sentido y su mismo hilo conductor enten dido como Dasein. Antes que campo de sentido, la existencia humana es una forma de realidad y su estructura entitativa está asentada en las notas reales que la configuran. El largo período de silencio literario que va entre 1944 y 1962, que Zubiri expresamente coloca dentro de la etapa «metafísi ca», está conformado por una amplia investigación en la cual el centro viene ocupado por la forma humana de realidad, no para cerrarla sobre sí misma, sino como abertura a la realidad como tal; esto al menos es lo que parecen indicar los pocos documentos de esta época que vamos conocien do. ¿Recaída en un planteamiento «antropologista», respecto al cual Hei degger disiparía toda duda posible cuando menos a partir de la Brief über 76. NHD, 75. 77. NHD, 14. 78. Cf. NHD, 436. Este pasaje pertenece significativamente al capítulo «En torno al problema del Dios», donde la ontología del «ser» queda corta y, precisamente por no existir una «metafísica» de la realidad como tal, se propone como alternativa una ¿metafísica? del «haber». Esto aclara que ese famoso capítulo no puede entenderse, como a veces se ha dicho, simplemente como una «prolongación» teísta o católica de Heidegger, sino más bien como un «desfondamiento» de la ontología heideggeriana, todavía sin cortar definitivamente sus amarras. 79. Cf. X. Z u biri , Inteligencia y logos, cit., pp. 349-350.
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