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HEIDEGGER EN LA FILOSOFIA ESPAÑOLA 155 A rroyo2. A su vez, N. R. Orringer ha estudiado con minuciosidad filologi­ ca los centros y difusión de los movimientos telúricos que regitra el sismó­ grafo de O rtega3. Finalmente, P. Cerezo integró todas las investigaciones anteriores en una cuidada interpretación de conjunto4que ofrece una alter­ nativa consistente a las interpretaciones apologéticas de sus discípulos. Naturalmente, Ortega no difundió toda la filosofía que entonces se hacía, ni toda la difundida contiene el rigor deseable; pero los datos para nuestro problema son suficientemente claros. Estudiante con los neokan­ tiano en Marburgo, Ortega se considera miembro de una generación filosó­ fica cuyo destino era superar el neokantismo de sus maestros: «El grupo de jóvenes que entre 1907 y 1911 aprendía en la ciudadela del neokantismo los usos de la milicia filosófica, al llegar a los veintiséis años —fecha que suele ser decisiva en la carrera vital del pensador— no era ya neokantia­ n o »5. Sin embargo, al regresar a España Ortega conserva relaciones inte­ lectuales con miembros de su generación, relaciones que debieron estre­ charse en 1911, cuando volvió a Marburgo siendo ya catedrático de Meta­ física, y esas relaciones le sirvieron como fuente de información para todas las novedades filosóficas importantes. Así, es altamente probable que su conocimiento de la fenomenología de Husserl en la temprana fecha de 1913 le llegue a través del neokantismo pues el paso del neokantismo a Husserl es perfectamente natural. Ya en esa vía surgirá luego la admiración por M. Scheler y, al mismo tiempo, seguirá con atención los trabajos adver­ sos al neokantismo de sus antiguos condiscípulos N. Hartmann o H. Heimsoeth. Sin embargo, no deben mitificarse ni estas influencias ni las recuerdos retrospectivos de Ortega; un ejemplo suficiente de ello es el escrito Kant, surgido con motivo del segundo centenario del nacimiento del filósofo en 1924, precisamente el año en que la infestigación kantiana va a dar un fuerte golpe de timón y, sin embargo, Ortega presenta allí una imagen tópicamente neokantiana del maestro de Königsberg. Neokantismo como transfondo y fenomenología como centro de aten­ ción: en esas coordenadas el encuentro con Heidegger resultaba poco me­ nos que inevitable. Heidegger se había formado en Freiburg con el neo­ kantiano H. Rickert y era uno de los colaboradores próximo de Husserl; 2. El sistema de Ortega y Gasset (Madrid, Alcalá 1968), p. 439. Con ello no quiero decir que toda la obra de Ortega se reduzca a esta función de sismógrafo. 3. Para nuestro tema, importan sobre todo sus libros Ortega y sus fuentes germánicas (Madrid, Gredos 1979 y Nuevas fuentes germánicas de «¿Qué es filosofía?» de Ortega (Madrid, CSIC 1984). 4. Voluntad de aventura (Barcelona, Ariel 1984). 5. J. Ortega y Gasset, Prólogo para alemanes, en Obras completas, t. VIII, 2 ed. (Madrid, Rev. de Occidente 1965), p. 32.

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