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178 ANTONIO PINTOR RAMOS vante mientras no se investigue y, en ese caso, la pregunta por el ser no se debe desarrollar hacia aquello por lo que se pregunta, sino que debería retrotraerse a algo previo que la hace posible y probablemente limita su alcance. El planteamiento de Heidegger está estrechamente limitado por la tradición que «recupera»; su «destrucción» no puede ir más allá de esa tradición porque en realidad lo único que se hace es mover el foco luminoso para alumbrar aspectos que ya estaban en el campo de sentido, aunque situados en márgenes que quedaban ensombrecidos. El ser está presente ya en esa tradición; cierto que está bajo el aspecto del «olvido», pero entonces lo exigible y lo posible es un proceso de rememoración de eso olvidado. Estamos en el punto crucial que marca la separación de Zubiri respecto a Heidegger. El impulso de radicalidad que mueve al filósofo alemán no puede satisfacerse prolongando su camino, sino retrocediendo, dando otro paso atrás similar al que el propio Heidegger dio conrespecto a Husserl. Antes de asegurar las respuestas últimas, es preciso solidificar las primeras, posiblemente más modestas, pero fundamentales en el sentido de «funda mento». Del mismo modo que Heidegger rompió el círculo encantado de la conciencia, es preciso ahora romper también el círculo mágico del senti do porque, si este fuese derivado, significaría un estrechamiento arbitrario de la realidad; en ese momento, conducir la verdad al ámbito del ser mis mo, entenderla originariamente privilegiando el sentido de encubrimiento (léthes) sólo es un oscuro abuso de los términos. Si el círculo del sentido fuese derivado y reducido, cabría la sospecha de que dejase fuera aspectos importantes o, cuando menos, que los manipulase arbitrariamente para someterlos a una lógica que le es extrínseca. En este sentido, las ausencias de temas importantes en el tratamiento de Heidegger ya no son anécdotas. Antes el propio Zubiri insinuaba la ausencia de una doctrina de las realida des físicas, precisamente un tema candente con la revolución producida en física por la teoría de la relatividad y la mecánica cuéntica; parece que en el pensamiento de Heidegger no hay instrumentos para hacer frente a esas cuestiones. Al lado de esto, surge el problema de Dios, para el cual Zubiri tampoco encuentra vías adecuadas en el horizonte ontologico de Heideg ger. Sugiero la hipótesis de que las realidades naturales y la posible realidad divina actuaron en Zubiri como motores que exigían poner de relieve un ámbito distinto al ontologico61, a fin de que allí puedan al menos ser plan teadas. 61. Esta hipótesis se puede apoyar en el propio Zubiri quien, refiriéndose a estas dos realidades (a las que añade una visión más radical de lo que es el ser histórico), dice que esas ideas «no sólo no han prescrito para mí, sino que por continuar estando vivas es por lo que me han forzado a esos ulteriores desarrollos»: NHD, 11.
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