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170 ANTONIO PINTOR RAMOS estuviese en condiciones de hacer frente a una exigencias filosóficas defini das. Ortega pensó que podría cumplir esta exigencia radicalizando las pro pias fórmulas de su pensamiento, las cuales tendrían capacidad para asimi lar internamente todo lo que Heidegger aportaba de valioso, ofreciendo así una filosofía que podía pasar por alternativa preferible a la del propio Heidegger y en competencia igualitaria con ella. Estos intentos de apropia ción —tímidos aún en ¿Qué es conocimiento? y más radicales en Unas lecciones de metafísica— fracasaron porque lo único que así se conseguía era asimilar algún tema suelto de Heidegger, pero el tema básico de este quedaba fuera. Cuando Ortega no consigue convencer ni a sus próximos de que su filosofía es la alternativa preferible a la de Heidegger, se acentúa notablemente su crispación crítica, la cual sólo demuestra que el punto de vista de Ortega no es válido para una trasposición del pensamiento heideg geriano porque no hay equivalencia entre Dasein y «vida», sin substraer al primero toda la carga ontològica que le da sentido. La alternativa de Orte ga queda «atrás» de la de un Heidegger, al cual no es capaz de responder, potenciando cada vez más aspectos parciales y puramente anecdóticos que desintegran el renovador programa heideggeriano. 3. Heidegger, estímulo decisivo de la filosofía de Zubiri Desde el comienzo, la posición de Zubiri es distinta a la de Ortega. El punto de partida de la filosofía de Zubiri es un programa descriptivo de investigación de las objetividades conscientes como hechos primarios; su inspiración básica es el Husserl de Logische Untersuchungen e incluso pare ce que Zubiri soñó con la posibilidad de una confluencia entre este plan teamiento — respuesta a la «bancarrota» del subjetivismo moderno—y las filosofías tradicionales de inspiración escolásticas, en lo cual Brentano ac tuaría como mediador43. Este sueño, si existió, se desvaneció pronto y al mismo tiempo surgieron incertidumbres dentro del programa objetivista, aumentadas porque los pasos posteriores dados por Husserl le resultaban a Zubiri poco satisfactorios. En estas coordenadas, la oportunidad de seguir estudios directamente con Heidegger supuso el estímulo decisivo para la filosofía de Zubiri. Ello por dos razones: le facilitó el dar un salto de gigante en la inspiración básica de su filosofía y, además, le forzó a una formulación concreta de 43. Así entiendo el artículo de X. ZUBIRI, ‘Crisis de la conciencia moderna’, La ciudad de Dios 141 (1925) 202-221. Sobre ello, mi estudio, ‘El joven Zubiri: fenomenología y escolós- tica’, La ciudad de Dios 199 (1986) 311-326.
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