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118 MODESTO BERCIANO VILLALIBRE hombre es histórico y concreto. Como co-pertenenciente al evento y tam­ bién como temporal, queda en una unidad oculta. De esta manera, el evento sería no sólo el concepto fundamental de la filosofía de Heidegger, sino también su concepto peculiar, ya que parece que se contrapone a toda la filosofía occidental. La afirmación puede pare­ cer demasiado pretenciosa, pero parece que es así, dado que evento viene a sustituir a una idea de ser o de ente fundamentos, que, entendida de una u otra manera, ha sido la base sobre la que se ha asentado la filosofía o la metafísica occidental. Esta conclusión de la filosofía heideggeriana parece, según lo dicho, la única salida. Afirmar un ente supremo como fundamento es problemático, pues tal afirmación se da ya dentro de una apertura (Da-sein) y en el hombre, lugar de la apertura, en un esquema de fundamento-fundado. Pero precisamente el hombre, como lugar de la apertura, es ya dentó de esa apertura, que ha acaecido o que «lo ha acaecido». El hombre acaece interrelacionado, en un acaecer en que se dan la iluminación o apertura y la ocultación; él como fundado y los dioses a los que está referido. Afirmar éstos como fundamentos es olvidar que también se dan ya en una apertura o en un evento, que sería el verdadero «fundamento». Pero querer enten­ der este evento-fundamento como algo en sí, es entenderlo como ente, y por lo tanto, en el ser que es dado en el acaecer. Así, el evento como acto de acaecer es siempre lo más originario. Ni siquiera se podría, mediante una especie de filosofía o teología negativas mandar hacia un algo «más allá», misterioso y oculto. También esto sería un «en sí» óntico. La filosofía del evento no llega a un fondo. La filosofía de Heidegger se queda así en el misterio del acaecer, en lo indeterminado. La pregunta es si filosóficamente se puede decir más. Y eso sí, la filosofía de Heidegger no es una filosofía de la nada. «Hay ser», «hay tiempo» y «hay hombre». El evento acaece. Modesto B erc ia n o V illalibre