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EL EVENTO (EREIGNIS) COMO CONCEPTO FUNDAMENTAL... 117 temporal, ni hay tiempo sin apertura del ser. Y el hombre percibe ser y tiempo porque está dentro de ser y tiempo. El evento se constituye así en el concepto fundamental de la filosofía de Heidegger y diríamos que es su característica peculiar, ya que es el concepto al cual llega su filosofar. Según afirma Heidegger, la esencia es lo último que aparece, aunque lleve mucho tiempo actuando. También en este contexto parece tener aplicación esta afirmación. Dice Heidegger que «el despertar del olvido del ser al darse cuenta de él es el despertar al evento»92. Ahora bien, este despertar del olvido del ser se daba ya en Ser y tiempo; esta obra surge de ahí. Eso significa que en ella estaba ya actuan­ do un despertar al evento, aunque no se hablase aún de él. Según esto, la idea de evento está presente en todo el pensar heideggeriano, aunque de forma latente o implícita en un principio93. Por eso precisamente se darían ya en Ser y tiempo los primeros pasos en la superación de la metafísica; superación que llega a su punto culmi­ nante en la idea de evento. El evento es, pues, el concepto peculiar, con el que Heidegger se contrapone a la historia de la metafísica o de la filosofía. El punto de partida para Heidegger no es ni el summum ens de la metafí­ sica, ni un noúmeno kantiano más allá del fenómeno, ni un absoluto hege- liano. El evento se distingue de todos en que no es ni un ente, ni una especie de ser en sí, que se convertiría ipso fa d o en un ente. Por otra parte, el evento superaría una total dispersión historicista. El evento como destino (Geschich) funda la historia (Geschichte). Ese destino no es fatalis­ ta, y por otra parte, del evento va resultando una cierta unidad o ensamble (Gefüge). Heidegger no admite una total dispersión, sin unidad alguna, ni un subjetivismo arbitrario. La idea de evento se distanciaría tanto de esa dispersión como de un fundamento último o absoluto que asegure la uni­ dad. El evento asegura una objetividad y una cierta unidad, aunque ambas misteriosas e irreducibles a leyes o a sistemas. De aquí resulta también el carácter peculiar del hombre que co-perte- nece con el ser y el tiempo al evento. También aquí se trata de un hombre que acaece. Este se diferencia de un yo con ideas eternas e inmóviles, de un yo transcendental kantiano, del yo de Hegel o de Husserl. El yo de Heidegger quiere ser siempre existencia concreta e histórica. Podríamos preguntarnos si Heidegger logra siempre esto. Pero tal vez donde queda mejor asegurado es precisamente en el hombre que acaece en el evento. Como acaecer y como temporal (ser para la muerte también aquí) este 92. M. HEIDEGGER, Protokoll zu einem Seminar über den Vortrag «Zeit und Sein», p. 32. 93. Cf. M. H eid egg er , ibid., pp. 31-32.

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