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102 MODESTO BERCIANO VILLALIBRE a ser reales los prerrequisitos para una historia. Por eso sólo tiene valor la reflexión sobre el evento»44. En otras palabras, los dioses como fundamentos no surgen de modo arbitrario, sino como requeridos por el hombre y por una apertura que se da sin ocultación. En esta apertura, que acaece de forma real y concreta por el hombre, este mismo hombre está presente como fundado. Los dio ses representarían esos fundamentos. Pero, en realidad, no pueden serlo, pues este mismo establecer fundamentos se da ya dentro de la apertura. De ese modo, el verdadero fundamento sería la apertura. Pero ¿apertura de quién o de qué? Esa misma apertura-fundamento aparece fundada en el hombre, a su vez fundado. Recurrir a un ser en sí como fundamento sería ipso facto considerarlo como ente. Además, se daría también dentro de la apertura. ¿La respuesta de Heidegger? Quedarse en el evento, en el acto de acaecer, y entender el ser como evento. Este evento no es algo en sí, sino una múltiple interrelación: mundo, tierra, dioses, hombre; un Da- sein que también es relación, que es fundamento-fundado y remite a otra cosa y al hombre; hombre que remite a los dioses y dioses que remitan al Da-sein y al hombre... El hacerse presente del ser es interrelación. Y aque llo que se afirma como más originario es también ocultación relacionada con la apertura. 3. Evento como destino En las conferencias tituladas Einblick in das was ist, Heidegger vuelve a hablar de evento de forma más o menos explícita. En el escrito sobre la cosa (Das Ding) hace una reflexión sobre el ente partiendo de una cosa de uso: un jarro. Según Heidegger, la esencia del mismo, el carácter de cosa de la cosa no se aprehende ni en su ser-objeto, ni en su ser elaborado, ni en una consideración científica del ser recipiente, en este caso. Más bien, el recipiente como tal es para recibir el líquido y ofrecerlo. Ahí estaría el carácter de cosa de esta cosa. Precisamente esta visión de la cosa nos lleva a un contexto complejo. El jarro ofrece agua. El regalo del agua viene de la fuente, de la roca, del reposar de la tierra, que recibe el rocío y la lluvia del cielo. En el agua que se ofrece en el jarro está presente todo esto; se unen cielo y tierra. Algo semejante se puede decir del vino, fruto de la vid, en la cual se unen también el alimento de la tierra y el sol del cielo. El regalo del líquido es bebida para los mortales, para apagar su sed, para darles alivio o para 44. M. H eidegger , ibid., p. 26; cf. ibid., pp. 6-7.
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