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100 MODESTO BERCIANO VILLALIBRE en el Dasein. Este concepto coincidía más o menos con el hombre. En realidad, el Da- indicaba ya allí la apertura; una apertura que aunque se daba en el hombre era más general que el hombre como arrojado y como ser-para-la-muerte. El Da indicaba ya una apertura, un espacio abierto y originario. Desde entonces han cambiado acentos e incluso perspectivas. Pero sigue la relación entre hombre y apertura. Según Heidegger, el hombre es el verdadero lugar de la apertura, el lugar donde la apertura se hace real y concreta, donde toma forma. De ahí que el hombre sea fundador del Dasein, ya que sin él no se da ni sentido, ni percepción, ni apertura alguna. Este ser-apertura es la verdadera esencia del hombre. «¿Quién es el hombre? Aquel que es usado por el ser (Seyn) para sostener el hacerse presente de la verdad del ser. Sólo como usado de este modo «es» hombre el hombre, en cuanto que está fundado por el Da-sein, esto es, es creado para ser fundador del Da-sein. Pero el ser (Seyn) aquí es al mismo tiempo concebido como evento»37. El paso deja bastante claro que la verdadera apertura, el ver, se da en el hombre. En él se da o toma forma el Da-sein, y en este sentido el hombre es el fundador del Da-sein. Pero resulta también evidente que el hombre no es ningún absoluto, sino algo concreto, temporal e histórico, dado y arrojado, «acaecido», fundado o creado, como se indica en estos pasos. Esta es la doble realidad del hombre, realidad que se presenta como una especie de círculo o paradoja que no se acaba de aclarar. Heidegger repite sin cesar afirmanciones así en estos escritos: El ser necesita al Da­ sein, éste funda el ser-hombre; el hombre acaece como Da-sein; el hombre es fundado y fundamento, etc.38. De ahí quesegúnHeidegger «en la fun- damentación de la verdad del ser esté en juegode algúnmodo elhombre, y por otro lado, no el hombre»39. Pero en todo este contexto se habla también del ser, del hacerse pre­ sente la verdad del ser (gen. subjetivo); del ser que necesita al hombre y al Da-sein. Todas estas expresiones nos inducen de nuevo a pensar en algo como un ser en sí, más allá del Da-sein, del hombre y del evento. Heideg­ ger se opone categóricamente a esto, como hemos visto en uno de los pasos citados últimamente. Después de haber dicho que el hombre es usa­ do por el ser (Seyn) y creado para ser fundador del Da-sein, añade: «Pero el ser (Seyn) aquí es al mismo tiempo concebido como evento»40. La idea 37. M. H eidegger , ibid., p. 318. 38. Cf. además de los pasos citados, ibid., pp. 170. 184. 239. 251. 254. 256. 262. 312. 318 etc. 39. M. H eidegger , ibid., p. 313. 40. M. H eidegger , ibid., p. 318.

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