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70 JOSE-LUIS RODRIGUEZ MOLINERO lo cual, dicho en otros términos, viene a significar que dicho apriori no es, evidentemente, algo que resulte de una composición de partes, como por ejemplo se ha inferido, de animal y racional, el concepto de hombre, sino que es algo que está ya siempre «ahí» («da»). Ahora bien, puesto que está ya siempre «ahí», tal apriori no debe ha­ cerse coincidir tampoco con un sujeto ideado en la imaginación, o con un constructo meramente arbitrario. El horizonte fenomenológico de lo aprió- rico, aunque es instaurado por Husserl, es asumido por Heidegger, pero otorgándole otro sentido. No tiene que ver con un «sujeto ideal», con un «yo puro» ni con una «conciencia en general». No tiene el sentido trascen­ dental husserliano sino un sentido existenciario: «Las ideas de un ‘y ° puro’ y de una ‘conciencia general’ —dice Heidegger— están tan lejos de contener lo apriori de la real subjetividad que pasan por alto, o ni siquiera ven, los caracteres ontológicos de la facticidad y de la constitución del ser del ‘ser ahí’» 8. Frente a la aprioridad relativa a un sujeto ideal, el apriori mentado por Heidegger es —dice él—«una exigencia justificada pero que debe ser fun­ damentada ontológicamente»9. Es el apriori «del sujeto sólo efectivo», «del sujeto fáctico», «de la real subjetividad —lo cual no debe confundirse con los «hechos empíricos»—; es la idealidad fenoménicamente fundada del «ser ahí»; es «la aprioridad bien fundada ontológicamente del «ser ahí». Y lo es bien fundada «porque el ser de la verdad está en conexión original con el ser ahí»; proque el ser —no entes— sólo lo ‘hay’ hasta donde la verdad es. Y la verdad sólo es, hasta donde y mientras el «ser ahí» es. El ser y la verdad son igualmente originales»10. Lo apriori así explicitado es, en suma, un apriori «subjetivo», pero entendiendo el entrecomillado término «subjetivo» no como una determi­ nación, por ejemplo en el sentido kantiano, relativa a un sujeto sin mundo, sino como estructura original y constantemente integradora «que hay que poner en libertad» 11; como constitutiva aprioridad existenciaria del «ser ahí» que es de suyo, ya siempre, ser en el mundo12; como aprioridad existenciaria que se impone fenoménicamente. En definitiva, es el apriori 8. Cfr. Sein und Zeit, cit. p. 229; trad. pp. 250-251. Véase también la influencia de Husserl en esta temática, en la misma obra, p. 50, nota 1; trad. p. 62, nota 1. 9. Sein und Zeit, cit., p. 229; trad. p. 250. 10. Sein und Zeit, 1. cit. 11. Sein und Zeit, cit., p. 41;trad. p. 53. 12. Sein und Zeit, cit., p. 53;trad. p. 66.

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