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8 8 JOSE-LUIS RODRIGUEZ MOLINERO esencia ontológico-existenciaria menor que al modo de hallarse y al com­ prender. Al contrario, puesto que atraviesa de punta a cabo a ambos mo­ dos de ser, abarcándolos y dominándolos, el modo de ser del habla es de una esencia superior, y tiene lugar en el modo de hallarse y en el compren­ der como modos fundamentales de ser del «ser ahí». I m po rtancia d e la e xeg é sis o n to lò g ic a del m odo d e h allarse EN RELACIÓN CON LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA He presentado hasta aquí el modo de hallarse principalmente como un «abrir», un hacer patente, un mostrar ontològico del ser del «ser ahí». En algún caso —me refiero al modo de hallarse propio del estado de ánimo de la angustia—, Heidegger habla incluso, de un «señalado abrir» del ser del «ser ahí». Como se ha podido comprobar por la temática abordada, corresponde al exponente más importante de la Filosofía de la existencia, Martin Hei­ degger —tras la valoración que de la angustia, como «situación límite» decisiva para el «ser ahí», hizo S. Kierkegaard en El concepto de angustia (1844)—el haber penetrado, como no lo ha hecho nadie, en el verdadero núcleo antropológico de la pregunta por el modo de hallarse, o por los estados de ánimo como modos de hallarse del «ser ahí». Para concluir la problemática que nos ha ocupado debo tratar de resal­ tar la relevancia filosófica que, de la exégesis ontològica de lo expuesto, se deriva en relación con la antropología filosófica como antropología existen- cial. Voy a tratar de destacar tal relevancia, de manera sucinta, extrayendo y acentuando tres o cuatro conclusiones que considero más sobresalientes: 1.a En una primera conclusión general quiero poner de relieve que el modo de hallarse, o su equivalente: los estados de ánimo, condicionan de antemano cómo se muestran el mundo y la vida al hombre. De ahí la importancia de su estudio para la antropología filosófica. El modo de hallarse, los estados de ánimo, no son algo meramente exterior que advienen al «ser ahí» y cesan de nuevo en tanto que el núcleo decisivo del «ser ahí» se constituye y mantiene independientemente de ellos. Antes al contrario, no nos podemos escapar a la dependencia de ellos. No hay, fundamentalmente, situación alguna de la vida humana que no sea, de alguna manera, en un estado de animo. Son, en efecto, los estados de ánimo, un elemento necesario e imprescindible del «ser ahí». Abarcan al «ser ahí» como un todo. Son inherentes al ser original del «ser ahí». Son

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