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NIETZSCHE DESPUES DE HEIDEGGER 49 Esto hace que toda la investigación en que consiste «Ser y tiempo» se bifurque en dos grandes problemas y tareas correspondientes1: la primera consiste en «La interpretación del Dasein en relación con la temporalidad y la explicación del tiempo como el horizonte trascendental de la pregunta por el ser», la segunda en desarrollar «Los caracteres generales de una des trucción fenomenológica de la historia de la ontología siguiendo la problemá tica de la temporalidad». Como se sabe, «Ser y tiempo» se interrumpió al final de la segunda sección de la primera parte, con lo que no pudo ser escrita la sección que iba a llevar el título. ‘El tiempo y el ser’, ni la segunda parte completa, que venía articulada por una interpretación de Kant, Des cartes y Aristóteles. Pero, ¿de verdad no fue escrita esa segunda parte? En mi opinión, y es lo que vamos a desarrollar aquí, tal vez esa segunda parte en concreto no fuera escrita nunca de la manera proyectada, pero sí lo fue de otra manera a lo largo de parte de los escritos posteriores de Heidegger y muy en particular en la obra «Nietzsche». En efecto, esta parte de la obra posterior a «Ser y Tiempo» desarrolla aquello que quizás con un nombre altisonante venía anunciado desde la Introducción como ‘Destruc ción de la historia de la ontología’. Sólo un autor como Nietzsche, unió, antes que Heidegger, aunque en su caso sin un programa previo, las dos tareas como si fuesen una. En Nietzsche, cabe hablar en un primer momento de la crítica del pasado, para dar entrada posteriormente a su filosofía consumada, que sigue sin embargo absolutamente sostenida por la crítica del pasado. 3. Una vez aclaradas estas cuestiones previas, vamos a desarrollar por fin el núcleo de nuestra ponencia siguiendo al pie de la letra el significado que hemos querido darle a la palabra «después» en nuestro título «Heideg ger después de Nietzsche». En ese sentido, y por lo dicho, tenemos que hacer frente a dos significados de «después»: a) Efectivamente, por una parte, Heidegger viene cronológicamente después, es posterior a Nietzs che, aquel filósofo del s. XIX. En este sentido de ‘posterioridad’, Heideg ger, filósofo del s. XX no puede por menos que venir. Es, si cabe, su obligación. Y en este primer sentido, Heidegger, como todo aquel que viene después, está marcado, y en este caso profundamente, por la herencia del pensamiento de Nietzsche. Es incluso su continuador más sobresaliente, aunque si cabe, con tantas curvas como Nietzsche lo es a su vez del Idealis mo y el Idealismo, de Kant. O quizás con más curvas, pues Heidegger es heredero privilegiado, de excepción, y asumidamente, de Nietzsche, pero 1. M. HEIDEGGER, «Sein und Zeit», GA (Gesamtausgabe), vol. 2, p. 53 (en general, parágrafo 8).
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