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NIETZSCHE DESPUES DE HEIDEGGER 59 como base formal para todo lo que queda fuera de él. De este modo, el Sujeto, más que un lugar, es un no-lugar. Descartes es así el comienzo del nihilismo moderno, del nihilismo europeo, y sólo es comienzo, porque en Descartes la voluntad en que consiste el sujeto es condicionada, porque sólo es «voluntad de verdad», voluntad que tiene un límite en la no-verdad. Con Nietzsche, el ego cogito queda reducido a ego volo y la voluntad de verdad sólo será una parte, dependiente, de la voluntad de poder, y es entonces cuando comenzará el domino objetivo y total de la tierra, que será entendida en su conjunto como Objeto ilimitado de una Subjetividad incon- dicionada, de una Subjetividad que es la voluntad de poder nietzscheana. Leibniz: Con Leibniz se alcanza ya una anticipación punto por punto de Nietzs che, de los significados de voluntad de poder y de valor. Asimismo, se va un paso más allá en el proceso del sujeto condicionado al sujeto incondi- cionado absoluto. Heidegger ve esta anticipación en la concepción leibniziana de «móna da». En efecto, la substancia, la mónada, cuya constitución es ‘fuerza’, poder, tiene dos momentos: a) el actual, que es propiamente un estado, y b) la tendencia al estado siguiente. En términos de Leibniz, la mónada es ‘perceptio’ y ‘appetitus’, y en traducción de Heidegger al alemán, ‘Vorste- llung’ y ‘Wille’. ¿Y no son acaso estos dos momentos, los dos momentos clave de la noción de valor según Nietzsche, y aún más, de la misma cons titución de la voluntad de poder? En efecto, el valor es el punto de vista de las condiciones de conservación, es decir, de la «Vorstellung» y del aumento, es decir, de la «Wille». La misma voluntad de poder tiene como formas más desarrolladas, como figuras en las que funciona, el momento de la conservación, de la verdad, de la perceptio y el momento del aumen to, de la apariencia, del arte. Por otra parte, al entender Nietzsche los valores como «puntos de vista» está repitiendo la concepción de Leibniz según la cual las mónadas son igualmente puntos de vista de la totalidad. En Leibniz se desarrolla además un paso más allá el sujeto moderno, que ya no cabe identificarlo de ningún modo con la conciencia, que es sólo una mónada más, al lado de muchas. El ser individual es la mónada en Leibniz, y en Nietzsche, cada ser es voluntad de poder. El sujeto no está constreñido a la figura de la concien cia ni por lo tanto, del hombre.
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