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34 RAFAEL LARRAÑETA Para que haya pregunta por la verdad debe producirse un choque, una contradicción que sólo acontece con la intervención o presencia del tercero —el espíritu humano, el hombre existente—en ese choque. Ni el ser de que se habla puede reducirse a mero ser exterior, a Realidad, ni el pensar puede refugiarse en la pura indeterminación, en la Idealidad. La verdad sólo surge de la contradicción entre ellas. La respuesta abstracta, la que emerge de la mera relación concordante entre ser y pensar sólo es válida para ese Abstraktum en que se transforma un espíritu existente que prescinde de sí mismo en cuanto existente. La pregunta auténtica por la verdad tiene estas condiciones: • Sólo la formula un espíritu existente y sólo le interesa a quien la formula. No es lo mismo que pregunte un hombre o que pregunte una patata o una rosa. © La pregunta por la verdad se plantea al espíritu existente en cuanto tal, en cuanto existente, y casi seguro que lo hace con la intención de existir en la verdad. • Quien interroga por la verdad es siempre consciente de ser un «hom­ bre existente único» y sólo a él, en cuanto único, le importa la respuesta. Esta manera de afrontar el problema de la verdad tiene sus precedentes y sus consecuencias. Kierkegaard intenta provocar un giro respecto de la filosofía moderna. Para él, Descartes no formuló correctamente ni el principio inequívoco de la duda como inicio del camino del pensar ni tampoco el «yo pienso» (cogito) que juzgó como su intuición original30. ¿De qué adolece la meto­ dología cartesiana? ¿Cual es el mal que va a padecer toda la filosofía mo­ derna? El olvido de la tríada dialéctica (ser, pensar y sujeto consciente existente), única morada donde puede nacer la verdad. La verdad nunca será mera concordancia objetiva. Ni siquiera la auténtica duda puede origi­ narse de este modo. La verdad sólo se suscita como relación, una relación mantenida hasta el extremo máximo. Con ello Kierkegaard no abandona el dominio del pensar ni el del ser, sino que vuelve una y otra vez a la contraposición existencial entre ellos. Kierkegaard inserta además la temporalidad en el sujeto existente que se interroga por la verdad desde su existencia. La relación entre el punto de partida, el interés, el conocimiento históricos y la verdad esencial 30. Ib., p. 304. También Heidegger discutirá el cogito cartesiano. Cfr. M. HEIDEGGER, Nietzsche (Paris, Gallimard, 1971) II, 120-203; M. ALVAREZ GOMEZ, «El sentido del ‘cogito’ cartesiano según Heidegger» en Revista de Filosofía (Madrid, C.S.I.C., 1968) pp. 91-115.

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