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KIERKEGAARD Y HEIDEGGER: LA VERDAD DE LA FILOSOFIA 33 2. L a CRÍTICA KIERKEGAARDIANA DEL CONCEPTO DE VERDAD Como luego haría Heidegger, Kierkegaard aborda el problema de la verdad a partir de su definición tradicional. Este arranque le conducirá a una crítica general de la filosofía y del sentido del filosofar, a la vez que —sin declararlo formalmente—convertiría la verdad en el eje de su pensa­ miento. Así se inicia su planteamiento sobre la verdad: «Ya sea que se determi­ ne la verdad más empíricamente como acuerdo del pensar con el ser o más idealísticamente como acuerdo del ser con el pensar, importa en ambos casos poner máxima atención en lo que se entiende por ser, y estar atentos también a que no se transforme engañosamente al espíritu humano cognos­ cente en lo indeterminado y se le convierta fantásticamente en algo que ningún hombre existente nunca ha sido ni puede ser...»27. Tan escueta afirmación encierra varios elementos valiosos. Kierkegaard juega con la doble interpretación que ha tenido la definición clásica de la verdad, una de corte más empírico y otra de tono más idealista. En estas dos interpretaciones había que atender con especial cuidado a la inteligen­ cia acertada de lo que se relaciona: en primer lugar, el ser y luego, como instancia acogedora del encuentro creador de la verdad, el pensar. Pero no fue así, sino que se dio primacía a uno de los dos polos relacionados. Contra las tendencias tradicionales, Kierkegaard declara que la atención no ha de ponerse en la descripción o definición ajustada de lo que ha de entenderse por ser y por pensar, sino más bien en el tercer término28, el que es imprescindible en la búsqueda de la verdad, aquel que hace «real» la relación entre ser y pensar, llamado aquí «espíritu humano cognoscente» y «hombre existente». ¿Qué pretende decir Kierkegaard con esto? Bajo ningún motivo ha de darse cabida a los extremos idealistas o empiristas, pues ni en el ser-realidad ni en la idealidad-pensar aislados se halla la verdad. Lo importante es mantener la implicación del sujeto exis­ tente y cognoscente y que no se le reduzca a la indeterminación, pues con ello nos habríamos desviado de la senda de la verdad para toparnos con un fantasma29. 27. Samlede Vaerker, VII, p. 174. Se trata de la II Parte de Efterskrift, el capítulo titula­ do «La verdad subjetiva, la interioridad; la verdad es la subjetividad». Ibidem. 28. Cfr. Johannes Climacus eller De omnibus dubitadum est, en donde hace el plantea­ miento triádico de la duda y de la verdad. Papirer, IV B 1, p. 144 s. 29. Samlede Vaerker, VII, p. 174-175.

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