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KIERKEGAARD Y HEIDEGGER: LA VERDAD DE LA FILOSOFIA 31 Sobre esta nota ha habido muchas opiniones. Lo afirmado acerca de la dependencia kierkegaardiana de Hegel no es novedoso, aunque sigue siendo discutible en su rigor. No es extraño, en cambio, que atribuya a Kierkegaard una lejanía tan profunda de la «problemática existencial», pese a considerarlo tan sensible al problema mismo de la existencia. Habría que interrogarse, en todo caso, por los motivos de esta opinión heideggeriana sobre el autor danés, fijándose en la llamada de atención hecha a los escritos «edificantes». Pòggeler ha dado una explicación atendible: «De esta forma, San Agus­ tín, Lutero y Kierkegaard ofrecen un adoctrinamiento más «óntico» que «ontologico»; han visto «ónticamente» lo decisivo, sin haberlo podido al­ zar a concepto «ontològico» suficiente. Por eso hablan «de una manera edificante y tanto más efusiva» allí donde apenas si se expresan «de una manera conceptual» (Sein und Zeit, p. 190 )» 23. No es imposible que Kier­ kegaard hubiera sugerido a Heidegger algunas de sus intuiciones primor­ diales acerca de la superación radical de la filosofía. El acento crítico ha­ bría sido para Heidegger muy atinado, pero no la resolución de su herme­ néutica existencial. La cuestión podría aclararse con la referencia a F. Nietzsche: ¿por qué Heidegger prefiere en definitiva dedicarse tan detenidamente a la obra de Nietzsche, marginando por completo los escritos de Kierkegaard que con tanto alborozo había saludado? La respuesta tiene un nombre: la «conclusión» cristiana que Kierke­ gaard da a su búsqueda filosófica. Heidegger debió asumir en un momento dado una especie de «ateísmo metódico»26 para su quehacer filosófico. Eso no implicaba la exclusión radical del tema religioso-sagrado, la eliminación de Dios o incluso la secu­ larización radical de su filosofía. Nada de eso sería correcto leer en el pensamiento de Heidegger. Pero sí es verdad que a Heidegger le debió resultar intolerable, a partir de un cierto instante, «hacer» filosofía desde presupuestos que no fueran absolutamente «puros», es decir, neta y exclusivamente filosóficos. Esta tuvo que ser sin duda una de las causas fundamentales del «olvi­ do» del Kierkegaard cristiano en la construcción mental de Heidegger. 25. O. PóGGELER, El camino del pensar de Martin H eidegger (Madrid, Alianza 1986) p. 47. Más adelante insinúa que Kierkegaard le habría proporcionado a Heidegger una indica­ ción formal (p. 341) con la que abrir brecha en aquel desquiciamiento (de la filosofía) que duraba ya milenios (p. 347). 26. Ib., p. 341.

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