PS_NyG_1991v038n001p0027_0046

30 RAFAEL LARRAÑETA b) Para mejor entender la influencia kierkegaardiana en Heidegger, hemos de recurrir a sus testimonios directos. Ante todo es preciso escuchar las opiniones expresas del propio Hei­ degger sobre Kierkegaard. No son muchas. Heidegger desperdició una ocasión de oro en el Congreso de la Unesco sobre Kierkegaard20, al cual no asistió —lo que irritó a muchos—y donde en su ponencia no alude ni una sola vez al autor homenajeado. No obstante, Heidegger había saludado con entusiasmo la publicación en alemán de las obras de Kierkegaard21. Esto no basta, lógicamente. La crítica histórico-filosófica tiene derecho a interrogarse por la lectura que Heidegger hizo de Kierkegaard. La edición citada por Heidegger, a cargo del editor Diederichs en la ciudad de Jena, fue traducida por Ch. Schrempf. Es una versión estetizan- te, forzada en muchos pasajes y llena de lagunas. Mucho mejor es la de Hirsch (a partir de 1950) o incluso la de Diem22. Además la edición prime­ ra a la que alude Heidegger se centra en las Obras, pretiriendo los Papirer sin algunos de los cuales es imposible conocer en profundidad los plantea­ mientos de Kierkegaard. Cuestión aparte es dilucidar cuánto leyó Heidegger. El se refiere sobre todo a los temas de la angustia y la desesperación. Pero nada sabemos de la opinión que pudieron merecerle obras tan capitales como Gjentagelsen, Efterskrift o algunos proyectos insertos en los Papirer 23. Para los conocedores de Kierkegaard es chocante un breve texto de Heidegger: «Im 19. Jahrhundert hat S. Kierkegaard das Existenzproblem als existentieles ausdrücklich ergriffen und eindringlich durchdacht. Die existentiale Problematik ist ihm aber so fremd, daß er in ontologischer Hinsicht ganz unter der Botmäßigkeit Hegels und der durch diesen gesehe­ nen antiken Philosophie steht. Daher ist von seinen «erbaulichen» Schrif­ ten philosophish mehr zu lernen als von den theoretischen —die Abhand­ lund über den Begriff der Angst ausgenommen»24. 20. Cfr. Kierkegaard vivant (Paris, Gallimard 1966) pp. 167-204. 21. Cfr. M. HEIDEGGER, «Antrittsrede» en jahresheft der Heidelberger Akademie der Wissenschaften (1957-58), pp. 20-21. 22. Cfr. para estos datos J. HlMMELSTRUP, Seren Kierkegaard international Bibliografi (Kobenhavn, Busck 1962) pp. 29 s. 23. En especial el esbozo Johannes Climacus eller de ómnibus dubitandum est. Cfr. S. KIERKEGAARDS Papirer, IV B 1, p. 103 s. En este texto presenta Kierkegaard precisamente su interrogante fundamental por la verdad, la realidad y la filosofía entera, algo que en Heideg­ ger podría llamarse la transparencia de la pregunta. Cfr. R. RODRÍGUEZ, Heidegger y lacrisis de la época moderna (Madrid, Cincel 1987) p. 56 s. 24. M. H eid eg g er , Sein und Zeit, p. 313.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz