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KIERKEGAARD Y HEIDEGGER: LA VERDAD DE LA FILOSOFIA 41 Es el antagonismo de la lucha originaria (ursprünglichen Streites). La esen­ cia de la verdad es en sí misma la lucha primordial (Urstreit) en que se disputa aquel medio abierto en cuyo interior está el ente (das Seiende) y desde el cual vuelve a sí mismo57. c) La tercera presentación (evidentemente tercera no en sentido crono­ lógico) de la verdad heideggeriana es muy plástica y fácil de entender. Se trata de un comentario pausado y muy agudo del mito platónico de la caverna. En el fondo de la caverna pone en juego a cuatro instancias: los encade­ nados, el fuego tras ellos, un lugar intermedio por donde desfilan los entes cuya sombra se proyecta en el muro y las sombras mismas. Esto ya debiera ser un indicio de la mayor complejidad de su concepción de la verdad. Heidegger insiste con Platón en resaltar cómo a los encadenados les parecería fruto de una loca imaginación y la posibilidad de que existieran seres más reales que las sombras que siempre han visto. El símil se ahonda con la salida al exterior de uno de los encadenados. Cegado por la luz, al comienzo no ve nada y tiende a volver a su cómodo refugio. Finalmente logra acomodar su vista y entonces son perceptibles tres facetas de lo que sucede: el personaje que mira, lo que aparece ante sus ojos y el sol que garantiza con su luz la posibilidad de ver el aspecto de las cosas. Sin sol no habría visión; es él quien hace posible reconocer las cosas. ¿Dónde está situada la verdad, tanto dentro como fuera de la caverna? En el aspecto, aspecto que en griego se traduce como «idea»58. No vemos verdaderamente lo «real», sólo vemos los aspectos. Aquí comenzará el so­ metimiento de la verdad como des-ocultamiento, desvelamiento, desencu­ brimiento, que es el sentido original de á/\ñ9eia, al yugo de la idea59 que es lo apareciente, lo compareciente. Propiamente la idea no provoca ese vuelco del sentido de la verdad como des-encubrimiento. Lo que la idea nos pone ante la vista es, para una mirada convenientemente dirigida, lo desencubierto de sí misma, lo que ella da de sí misma a aparecer60. 57. Ib., p. 42. 58. « ‘Aussehen’ heißt griechisch síSos oder i5éa». M. HEIDEGGER, Plantons Lehre von der Wahrheit, p. 214. 59. «Die á?\ñ0£ia kommt unter das Joch der i5éa. Indem Plato von der i8ea sagt, sie sei die Herrin, die Unverborgenheit zulasse, verweist er in ein Ungesagtes, daß nämlich fortan sich das Wesen der Wahrheit nicht als das Wesen der Unverborgenheit aus eigener Wesens­ fülle entfaltet, sondern sich auf das Wesen der i5éa verlagert. Das Wesen der Wahrheit gibt den Grundzug der Unverborgenheit preis». Ib., p. 230. 60. Ib., p. 225.

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