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38 RAFAEL LARRAÑETA como tres arranques de la pregunta sobre la verdad. Siendo cada uno riguroso en su contenido, los tres dejan traslucir bastante más de lo que expresan. a) El primero coincide con Kierkegaard. Para descubrir qué es la ver­ dad, hemos de retornar a la definición clásica como «adaequatio rei et intellectus». En este retorno heideggeriano se nos explican muchos aspectos. A fin de no reiterar temas conocidos, daré unas breves notas. Para los clásicos la verdad es en sentido estricto concordancia. «La esen­ cia de la verdad reside en la «concordancia» («Ubereinstimmung») del juicio con su objeto»38. Esta concordancia se da en forma de proposición: «El lugar» («Ort») de la verdad es la proposición (el juicio)»39. La verdad significará siempre y a partir de aquí propositio vera40. Esta equivalencia que en Aristóteles aún mostraba su enraizamiento en el talante prístino del término, va poco a poco esfumándose hasta quedar convertida en una cualidad del juicio. «Veritas proprie invenitur in intellectu humano vel divino»41. La verdad queda adscrita al entendimiento. Así deja consagrada la concepción de la verdad un autor tan renombrado como Santo Tomás de Aquino. La crítica moderna de la filosofía medieval no cambiará este plantea­ miento. Descartes que pretendió instaurar un nuevo inicio para el verdade­ ro filosofar, no hace sino volver a la certeza intelectual42, la de la idea clara y distinta. Kant mismo da por supuesto tal planteamiento acerca de la verdad y ni siquiera se toma la molestia de desmentirlo43. ¿Qué le falta a esta manera de entender la verdad? Heidegger lo dirá de muchas maneras. En Sein und Zeit lo hace devol­ viendo la atención al carácter relacional de la concordancia. «¿Qué signifi­ ca en general el término ‘concordancia’? La concordancia de algo con algo tiene el carácter formal de la relación de algo con algo. Toda concordancia y, por ello, también (toda) ‘verdad’ es una relación»44. Intentando mostrar el contenido de esa relación, detectamos que la concordancia es un ser relativamente a la cosa, al ente mismo, lo que exige 38. Ib., p. 284. 39. Ib. 40. Cfr. M. HEIDEGGER, El principio de razon (Madrid, Narcea 1978) p. 74. 41. Cfr. M. HEIDEGGER, Platons Lehre von der Wahrheit, en Wegmarken, p. 233. 42. «Veritatem proprie vel falsitatem non nisi in solo intellectu esse posse», dice Descar- tes. Ib. 43. Cfr. M. H eidegger , Sein und Zeit, p. 285. 44. Ib.

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