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UNA PECULIAR VUELTA A LAS COSAS 15 El ser ahí no aparece en escena como una especie de causa eficiente. Es cierto que produce los utensilios y en ese sentido es también su causa eficiente. Pero dicha producción no tiene lugar arbitrariamente ni se so­ breañade al ser propio del ser ahí, sino que es expresión del mismo. La producción y el uso de utensilios no es en efecto sino una forma de trato con las cosas (Umgang), cuyas dimensiones fundamentales son la visión en torno o «circunspección» (Umsicht) y el procurar (Besorgen )21. Por eso, por una parte el utensilio es «el ente que sale al encuentro en el procu­ ra r»28 y, por otra parte el uso y manejo de utensilios, lejos de ser ciegos, están guiados por la circunspección, que es un modo de visión más origina­ rio que la teoría en un sentido tradicional. Algo similar a lo que ocurre con el Dasein, ocurre con el otro estrato, el mundo, al que remite la obra. Tampoco aquí se trata de un algo simple­ mente previo en lo que se encuentren los utensilios. La relación entre mundo y utensilio podría en ese caso concebirse como recíprocamente extrínseca. En realidad, tan esencial es la referencia de los utensilios al mundo, como de éste a aquéllos. En nuestro modo de entendernos con las cosas y de vernos remitidos de unas a otras, debido a la referencia que intrínsecamente guardan entre sí, el mundo representa el «en donde» (Wo- rin), el ámbito de esa compleja y dinámica respectividad. Asimismo, el mundo representa, visto ahora desde los entes más que desde nuestra rela­ ción con ellos, el «hacia dónde» (Woraufhin), el punto de confluencia que polariza las distintas series que forman los entes en su recíproco estar los unos cabe los otros. En cuanto que cada uno de los utensilios remite a la totalidad que representa la obra, por y desde la cual reciben su significado propio, y en cuanto que a su vez la obra remite al Dasein y al mundo, podría pensarse que el utensilio queda como difuminado en una especie de magma. Pero con más legitimidad se puede decir lo contrario: que el utensilio contrae en sí tanto a la obra misma, que está virtualmente prefigurada en él, como al ser ahí y al mundo mismo. El mundo en efecto no es por supuesto resultado de los distintos utensilios, pero no es menos cierto que estos los presencializan cada uno a su modo. En «El origen de la obra de arte», de 193629 se advierten ya algunas diferencias respecto del planteamiento de 1927. En primer lugar, Heideg- 27. Cf. M. Alvarez Gómez: «La transparencia de la acción en Ser y Tiempo» en Daimon. Revista la Filosofía, 3, Murcia 1990. 28. Sein und. Zeit, 68. 29. M. Heidegger, «Der Ursprung des Kunstwerks» en, Holzwege, Klostermann, Frank- furt 1957, 7-68.

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