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14 MARIANO ALVAREZ GOMEZ p. ej., al margen de lo que representa como tal en orden a ejercer determi­ nadas funciones, no es propiamente martillo, sino dos trozos de hierro y madera, p. ej., unidos de un modo determinado. Dicho de otra forma, al ser del utensilio le corresponde un todo (ein Zeugganzes) y sólo dentro de ese todo en el que puede ejercer la función o las funciones correspondien­ tes, es propiamente y en rigor un utensilio. El utensilio no tiene, por tanto, un ser en sí y por sí, sino sólo en función de algo, que en último término no es una cosa aislada, un utensilio, sino un todo, sólo desde el cual aquél adquiere su sentido específico. En segundo lugar, ese todo al que el uten­ silio debe su ser no es un simple resultado, ni siquiera el mero conjunto de una serie de utensilios que juntos constituyeran dicha totalidad. Por una parte, al ser justamente aquello que confiere ser a los utensilios correspon­ dientes, no puede ser una suma o resultado del ser de los mismos. Por otra parte, no sólo es un «más» cualitativamente respecto de los utensilios, sino que es de índole completamente distinta y representa, respecto de ellos, una especie de «a priori». Ello significa que el todo en cuestión no simple­ mente es un ente cualificado, una vez realizado, sino que en rigor, en cuanto que confiere a los entes, que son los utensilios, su ser, tampoco es en verdad un ente. Se advierte pues aquí la diferencia entre lo óntico y lo ontologico, que se halla diseminada por toda la obra de Heidegger. Si no hubiera, p. ej., escritura, carecerían de sentido y por tanto de ser los uten­ silios que sirven para que aquella se realice. Pero el «haber» de la escritura es igualmente previo a cada uno de los utensilios correspondientes, y por ello también la totalidad de utensilios (Zeugganzheit) es previa a cada uno de los utensilios particulares25. En tercer lugar, aparte de pertenecer a un todo y de fundamentarse en él como en una especie de condición de posi­ bilidad, dentro del todo mismo cada utensilio se caracteriza por hacer referencia a otros. La referencia se da también en el orden meramente óntico o entitativo, pero en este caso se puede decir que las cosas, además de ser algo en sí y de por sí, remiten a otras, como el árbol, siendo algo determinado en sí, no podría existir sin la tierra en que se sustenta; mien­ tras que en la totalidad propia de los utensilios, cada uno de estos, como tal utensilio, carece de toda entidad que no sea la referencia a los demás26. Estas tres características de las cosas en cuanto utensilios, brevemente reseñadas, permanecen dentro de lo que cabe considerar como un mismo estrato polarizado en torno a la obra, conformado en rigor por ella. Pero ese estrato remite a otros dos, al «ser ahí» (Dasein) y al mundo (Welt). 25. O. c., 68 s, 102 s. 26. O. c.t 68.

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