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UNA PECULIAR VUELTA A LAS COSAS 13 en el mundo en torno (Umwelt). La respuesta obvia a tal pregunta es que se trata de las cosas. Heidegger hace observar sin embargo a raíz seguida que de esta forma «tal vez» se ha errado lo que se venía buscando: aquella perspectiva del ente que permita descubrir el ser. La razón de esto se debe, más que al uso corriente del término «cosa», a los prejuicios con que el mismo se ha venido sobrecargando en la Historia de la Filosofía: «sus- tancialidad, materialidad, extensión, yuxtaposición...»20. Lo común en to­ dos estos casos es que se tiende a interpretar las cosas en el sentido de entes «dados por de pronto», de algo que existe de antemano y está por así decirlo a la vista. Dicho de otra forma, Heidegger no tendría nada en contra de designar como «cosas» a lo primero que —en el proceso de detectación del ser del ente—nos sale al encuentro, en el «terreno prefeno- menológico»21, a no ser porque se tiende, incluso en el lenguaje corriente, a identificar las cosas con lo simplemente dado y a la vista. No sólo no tendría nada en contra, sino que se advierte en él la tendencia a recabar para tal ámbito el uso del término, aunque le retienen aún los prejuicios habituales en el modo de entenderlo. Ello explica que al fin sea ése el término que dará título a uno de los escritos más significativos22. Y ya en Ser y Tiempo viene a decir que el verdadero significado de la palabra «Ding» es «el ente que sale al encuentro en el procurar»23, aunque para evitar caer en las confusiones provocadas por la terminología de la filosofía tradicional prefiere acuñar el término «utensilio» (Zeug): «llamamos utensi­ lio al ente que sale al encuentro en el procurar»24. Esta decisión puede haber hecho pagar un cierto precio a la filosofía de Heidegger en el sentido de que de las cosas sólo se asume su apariencia, su aspecto utilitario o pragmático, cuando en realidad lo que el filósofo pretende es poner de relieve —como punto de arranque hacia la elucidación del ser del ente—el hecho simple de que por de pronto las cosas nos salen al encuentro en nuestra acción de procurar esto o lo otro y de que en ese salir al encuentro hay una cierta fusión del hombre con las cosas, a partir de cuyo esclareci­ miento puede irse tejiendo nuestro lenguaje sobre el ser. Las cosas en cuanto útiles, que cabe contraponer a las «meras cosas», tienen ya de suyo tres características fundamentales, a la vez que implican o contraen en sí otros dos estratos. La primera característica del utensilio es que por sí sólo paradójicamente no es nada como tal utensilio. Un martillo, 20. O. c., 68. 21. O. c., 67. 22. «Das Ding» (1950), en Vorträge und Aufsätze. Neske, Pfullingen 1959, 163-181. 23. Sein und Zeit, 68. 24. O. c.

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