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8 MARIANO ALVAREZ GOMEZ cosas, desprovistas de cualquier otra connotación que las encubra, las de­ forme o incluso las destruya. En este sentido, su hacer filosófico habría estado regido por el afán de llamar la atención sobre lo verdaderamente concreto. Esto a su vez vendría impulsado por su voluntad de llevar a feliz término el programa husserliano de vuelta a las cosas mismas. Ambos aspectos, la búsqueda de lo concreto y el intento de descubrirlo desde la perspectiva abierta por Husserl4, bien que desarrollada de una forma peculiar, explicarían la insistencia de Heidegger en lo sencillo, que deja de tener las connotaciones ontológicas tradicionales para expresar la referencia al verdadero ser, a las cosas sencillas5, las más próximas y al mismo tiempo las más difíciles de encontrar. En la medida en que se pueda confirmar esta hipótesis tendríamos una explicación, por una parte de la continuidad que se da en sus distintas etapas, algo que Heidegger ha rei­ vindicado una y otra vez, así como, por otra parte, del hecho de que dentro de ese fondo común de continuidad las diferentes etapas están caracterizadas por los diferentes modos de entender las cosas mismas y su 4. Que la fenomenología, y especialmente la fenomenología de Husserl constituye «el contexto del pensamiento de Heidegger» ha sido recordado recientemente por Ch. Bruzina, «Gegensätzlicher Einfluss - Integrierter Einfluss: die Stellung Heideggers in der Entwicklung der Phänomenologie», en D. PAPENFUSS/O. P ö GGELER (hrsg.) Zur philosophischen Aktualität Heideggers. II. Im Gespräch der Zeit, Klostermann, Frankfurt 1990, 142 ss. El autor enriquece la referencia a las tesis propias de la fenomenología con la exposición de lo que representó la aportación de E. Fink. El artículo de G. van Kerckhoven en el mismo colectivo: «Die Kons­ truktion der Phänomene des absoluten Bewusstseins. Martin Heideggers Auseinandersetzung mit dem Denken Edmund Husserls», pp. 55-70, centra el tema en la radicalización que representa por una parte la sustitución de la conciencia por la «vida fáctica» y, por otra parte, la profundización de la intencionalidad por su retracción hacia el «estar-cabe», que exige de por sí una progresiva concreción de la problemática del mundo en dirección hacia las «cosas sensibles». Esto que se apunta ya en Husserl se intensifica en Heidegger. El autor no plantea sin embargo el tema de la cosas en Heidegger. 5. W. Schulz, en su magnífico artículo de 1953/4: «Über den philosophiegeschichtlichen Ort Martin Heideggers», que sigue siendo obligado punto de referencia, decía ya: «Heidegger philosophiert, um am Ende sich bei den einfachen Dingen aufhalten zu können», en O. Pögge- ler (hrsg.) Heidegger. Perspektiven zur Deutung seines 'Werkes, Athäneum, Köningstein (1984) 128. En su estudio de 1939, «Das Problem der Phänomenologie Edmund Husserls, en: Studien zur Phänomenologie 1930-1939, M. Nijhoff, Den Haag 1966, Fink interpreta el lema husserlia­ no incluso con terminología heideggeriana, lo que parece excesivo: «Zu den Sachen selbst - das heisst dann: eine Erkenntnisbewegung durch die Seinsferne hindurch in die wesenhafte und ursprüngliche Nähe zum Seienden» p. 191. La afinidad, a la vez que la diferencia entre Husserl y Heidegger, podría tener uno de sus puntos de referencia en la contrastación de «Sache» y «Ding». Su diferencia es tan sutil como precisa y, a la vez, difícilmente conceptua- lizable. Uno de los aspectos más relevantes es que Heidegger entiende las esencias y estructu­ ras a que remiten «las cosas mismas» como propias y peculiares de cada cosa en concreto. Que la cosa misma no puede ser hallada en la línea de la racionalidad científica y que la fundamentación filosófica sólo se logra, no mediante la vuelta a la subjetividad, sino en el tránsito por las cosas, pueden ser otras dos características del segundo Heidegger frente a Husserl.

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