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18 MARIANO ALVAREZ GOMEZ o la conformación de las cosas por la acción del artífice, extrapolación que en definitiva implica el revestimiento de la cosa con un significado que es propio del utensilio. Lo más grave de tal extrapolación no es que confunda lo uno con lo otro, sino que promueva por principio, respecto de las cosas verdaderas, una actitud de manipulación. Pues así como el artesano con­ fecciona un utensilio tomando las cosas simplemente como materiales de su acción, la generalización de esto mismo provoca una visión de las cosas y del ente en general como material disponible, una visión que vendría además corroborada por la creencia cristiana en el dios creador y por la subsiguiente interpretación teológica inspirada por la filosofía griega. Todo ello se traduce nada menos que en un atraco al ser más propio de la cosa, «'Überfall auf das Dingsein des Diriges)}6. En consecuencia, se trata —y ésta es una quinta diferencia respecto de Ser y Tiempo— de dejar a la cosa descansar en su ser propio, eludiendo concepciones que, lejos de permitir que salga a luz dicho ser, representan un atraco y por tanto una destruc­ ción del mismo. En este estadio de su pensamiento, entiende Heidegger que es ante todo la obra de arte la que hace que las cosas se manifiesten verdaderamen­ te como tales. Es lo que ocurre p. ej. con un templo griego, en el que los elementos de que está contruido, lejos de consumirse y desaparecer, como ocurre con el uso del utensilio, resaltan tanto más en su ser propio, de forma que «la roca deviene en verdad roca, al igual que los metales brillan y centellean, los colores relucen, el sonido adquiere su tonalidad propia y la palabra se convierte en un verdadero decir»37. En su intento de radicali­ zar el significado de «cosa» Heidegger llega a identificar «lo cósico» (das Dinghafte), lo verdaderamente esencial de la cosa, con lo telúrico de la obra38, y la tierra a su vez con «lo que se cierra esencialmente sobre sí» (das wesenhaft sich Verschliessende). Las cosas, a través de la obra de arte, se revelan en lo que son en verdad, su cosidad (Dingheit), su ser de cosa (Dingsein) o lo cósico (das Dinghafte), pero las cosas todas, al igual que la tierra de la que son una manifestación, salen «a lo abierto» y manifiesto a la vez que y en cuanto que se cierran sobre sí o se ocultan. Dejar al descu­ bierto sólo puede ocurrir al precio de su propia destrucción39. La tierra no es a su vez separable del mundo que queda establecido simultáneamente con el hecho de ponerse de manifiesto y llegar a su propio ser las cosas a través de la obra de arte. En este sentido las cosas —al igual que los uten- 36. Cf. «Der Ursprung...» 19. 37. O. c.t 34 s. 38. O. c., 57. 39. O. c., 35 s.

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