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UNA PECULIAR VUELTA A LAS COSAS 17 aquello que se les ha ido sobreponiendo para convertirlas en utensilios y por tanto como un simple resto, que carece por así decirlo de entidad propia. Frente a esto, Heidegger se esfuerza ahora en hallar no sólo las cosas, sino lo que las constituye como tales, «la cosidad de la cosa» (die Dingheit des Dings), «lo cósico de la cosa» (Das Dinghafte des Dings) como dice reiteradamente a lo largo del escrito. Esta es una tercera diferencia respecto de Ser y Tiempo. Por más pro­ blemático que al final resulta esta pretensión de encontrar lo que hace que la cosa sea cosa, frente a lo que son los utensilios, se advierte ahora una línea divisoria entre un campo y otro. A ambos les une la referencia al uso, con una clara diferencia, sin embargo: las cosas de la naturaleza pueden ser usadas, en tanto que los utensilios están destinados al uso. De lo cual se desprende una segunda diferencia bajo este mismo aspecto del uso: que la referencia al uso es derivada y accidental, de ahí que «las meras cosas, con exclusión incluso de las cosas de uso, son tenidas por las cosas en sentido propio», en tanto que el nombre de utensilio «designa lo produci­ do expresamente para el uso y consumo»32. A esta diferencia no se opone en rigor el hecho de que en últimotérmino las cosasdestinadas al uso y producidas a tal efecto están tomadasde lanaturaleza33,puesto que p.ej. un trozo de madera puede y tiene que ser pensado con independencia de lo que de él se vaya a hacer, en tanto que un martillo no es tal al margen de la referencia a sus posibles usos. Pero la clara línea divisoria entre «cosa» y «utensilio» viene marcada por el hecho de que éste es producido en tanto que aquélla no puede ser producida, sino que viene dada con y por la naturaleza34. Una cuarta diferencia entre la cosa como utensilio y la cosa en sentido estricto es que, mientras aquélla era el obligado punto de partida para el conocimiento, científico o no, de la naturaleza35, ahora se considera que la perspectiva del utensilio no sólo no abre la puerta hacia el conocimiento de la naturaleza, sino que cierra difinitivamente el acceso a ella. Esto se pone de manifiesto en el hecho de que la concepción dominante acerca de la constitución de las cosas, aquélla que las hace consistir en un compuesto de materia y forma, representa en definitiva una extrapolación a las cosas de la naturaleza primero, y al ente en general después, de la configuración 32. O. c., 11 y 18. 33. O. c., 22; cf. Sein und Zeit, 70. 34. El hecho de que más adelante (p. 44) utilice el mismo verbo «herstellen» refiriéndose a la tierra y en definitiva a las cosas, no dice nada en contra, puesto que en ese contexto significa tanto como sacar fuera, «educir», sacar a luz en definitiva las virtualidades de la tierra sin salir fuera de la misma. 35. Cf. Sein und Zeit, 70 ss.

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