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16 MARIANO ALVAREZ GOMEZ ger utiliza el término «Ding» (cosa), no para referirse a las meras cosas o a las cosas en cuanto que están simplemente ahí frente a nosotros, a la vista y a la vez con independencia del sujeto, que es el significado de que en definitiva había quedado revestido dicho término en Ser y Tiempo™. «Ding» se refiere ahora a las cosas en sentido propio. De mantenerse el significado de Ser y Tiempo, cabría pensar que «Ding» es «el ente que nos sale al encuentro en el procurar» y que en consecuencia suplanta al térmi­ no «Zeug» (utensilio). Pero no es así. El cambio de terminología va unido dentro del marco fundamental —que se mantiene—a un cambio de plan­ teamiento y también de significado. Es lo que conviene ir viendo paso a paso. Indiquemos por de pronto que, en segundo lugar, la incorporación del término «Ding» va unida a la ampliación del horizonte desde un punto de vista material. En principio, el término «Ding» al igual que el correspon­ diente español «cosa» se extiende a significar todo lo que es de algún modo, y en este sentido, «la palabra designa todo aquello que no es simple­ mente nada». Sin embargo, de nuevo análogamente a como también ocurre en español, se suele restringir a significar «lo inanimado de la naturaleza y del u so»31. En todo caso, aun contando con esta restricción, tiene lugar una considerable ampliación de la perspectiva desde el propio plantea­ miento. No es que en Ser y Tiempo no se tuviera en modo alguno en cuenta a la naturaleza y a las cosas de la naturaleza, pero no eran esas las cosas en sentido propio y no eran tampoco el ente que nos sale inmediata­ mente al encuentro, mientras que ahora, si bien a veces incluye bajo el concepto de cosa también a los utensilios —haciéndose con ello vagamente eco de la tradición—, las cosas en el sentido más propio e inmediato son aquéllas que, siendo cosas de la naturaleza inanimada, son además cosas que se usan o se puden usar, como ocurre p. ej. con una piedra, un terrón de tierra o un trozo de madera. Cosas de la naturaleza y cosas de uso no son, pues, dos tipos de cosas distintas, sino cosas simplemente naturales que además tienen de por sí una connotación para el hombre en cuanto que son o pueden ser usadas por él. No sólo va pues ahora Heidegger en busca de las cosas simplemente naturales —a diferencia de lo que ocurría en Ser y Tiempo—, sino que éstas son ahora las verdaderas cosas, las cosas pura y simplemente, « blosses Ding», consideradas por tanto en lo que son en sí mismas y en cuanto que descansan en sí mismas, y no meramente, como se ha venido haciendo en la tradición, en cuanto desprovistas de 30. Cf. o. c., 68, 83, 99, 100, 130, 369. 31. «Der Ursprung...» 11.

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