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DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR A LOS SACRAMENTOS DE LA FE 439 una forma implícita y presentida en sus más antiguas tradiciones y formas de religiosidad20. Y la liturgia cristiana es la coronación de ese anhelo de salvación, pode roso y estremecedor, por el que suspiran las expresiones de religiosidad de ayer y de hoy, dice Casel21. 10. Teología de los misterios y su influjo en la liturgia, hoy El movimiento litúrgico precedente al Concilio Vaticano II, que tanto influyó en la revalorización litúrgica y que vertió sus mejores conquistas en este Concilio, pretende dar «con esta teología de los misterios» un sólido fundamento bíblico-patrístico al culto y a los sacramentos. Se le llama con el nombre de «doctrina de los misterios», porque pretende abarcar toda la doctrina salvadora de Dios desde este punto de vista dinámico y salvador; no, pues, puramente doctrinal, sino la voluntad salvífica de Dios en acción. Y no se presenta como original, sino como revalorización de lo tradicional, bíblico-patrístico. Su objetivo concreto es precisar la doctrina de los misterios por medio de la historia de las religiones, no descuidando éstas, mucho menos despre ciándolas. Entiende por «misterio» todo acto visiblemente salvador de Dios; el misterio es, antes que nada, Dios oculto, pero luego ofrecido y dado a los hombres, como salvación histórica para éstos. Este misterio ha sido por fin revelado en Cristo; es él el misterio que revela en su carne a Dios y «no hay otro sacramento de Dios que Cristo» decía a este respecto San Agustín22. Todos sus gestos son condescendencia reveladora de Dios, de su voluntad salvífica universal puesta en acción de mil y mil formas, desde las más imperfectas hasta las propiamente sacramentales del Nuevo Testamento. 11. El problema fundamental y la aplicación a los sacramentos Ni aquellos ritos y misterios de la antigüedad religiosa, ni las formas de religiosidad posteriores y actuales han resuelto el problema fundamental: ¿qué identificación con la salvación y en qué relación con lo divino se logra cumplir ese anhelo de salvación? 20. O. C asel , l c. 21. Id., ibid. 22. S. AGUSTÍN, ML 38, 845: «non est enim aliud Dei sacramentum nisi Christus; Epist. 187, 34.
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